"EL LECTOR": MEMORIA HISTÓRICA, ANALFABETISMO Y LECTURA
En 2008 se estrenó El lector, una película dirigida por Stephen Daldry basada en la novela homónima del escritor Bernhard Schlink.
Ambientada en la Alemania de la posguerra, se trata de una cinta realmente interesante no solo por el contexto histórico en el que se desarrolla su trama, sino también por explorar temas y emociones tan profundas y universales como la culpa, la vergüenza o el secreto a través de una conmovedora y trágica historia de amor, la de sus protagonistas, Michael Berg y Hanna Schmitz.
Daldry nos narra la vida de Michael en varias etapas, comenzando en 1958, cuando es un estudiante de Derecho. En este momento es cuando entabla contacto con Hanna, una mujer misteriosa y considerablemente mayor que él. Durante su breve pero intensa relación, Michael descubre que Hanna disfruta enormemente cuando él le lee en voz alta, lo que se acaba convirtiendo en un ritual entre ellos. Sin embargo, todo lo que juntos (y al margen del mundo real) han construido termina abruptamente cuando Hanna desaparece sin dejar rastro.
Años después, cuando Michael está realizando las prácticas de su carrera, debe asistir a un juicio y ve a Hanna entre los acusados. Al parecer, Hannah había trabajado como guardiana en un campo de concentración nazi. A lo largo del juicio, Michael descubre que es analfabeta, lo que, sin duda, podría haber cambiado la sentencia, ya que su incapacidad para leer y escribir le eximen, en cierto modo, de haber participado consciente y voluntariamente en los crímenes del nazismo de los cuales se le acusa. Hanna carga con la culpa, a pesar de que se demuestra que no sabe leer cuando se le entregan como prueba y se le pide que los lea en voz alta unos informes que supuestamente ella misma había redactado ordenando la ejecución de varios prisioneros.
El lector revela, como lo hacen pocas películas recientes, la importancia de la lectura y parte de la historia de esta. Resulta conmovedor ver cómo en un momento en el que la propaganda nazi lo inundaba todo, ocultaba información, censuraba libros, perseguía a intelectuales, quemaba bibliotecas e impedía el progreso de la sociedad alemana y casi del mundo entero, leer fue un arma de resistencia clave para miles de personas y el único medio de conocer la verdad.
La atención que se presta al analfabetismo va más allá de la denuncia del acceso desigual a la cultura entre hombres y mujeres, o entre clases sociales, que ha existido a lo largo de la historia, pues ser analfabeto en esta película representa mucho más que la falta de habilidad para leer o escribir, simboliza una barrera emocional y ética que impide a los personajes enfrentarse a su pasado y también a ellos mismos.
Por otro lado, El lector nos permite reflexionar en torno a los modos en los que se puede leer, incluso sin estar alfabetizado o, dicho de otro modo, a la inmensidad de tipos de lectores que existen. Hannah es analfabeta, pero lee escuchando leer a Michael. Asimismo, el acto de leer se nos muestra como un acto íntimo, capaz de unir a dos personas completamente distintas por su edad, su nivel sociocultural, sus ideas, sus aspiraciones, etc., y al tiempo como un acto de poder, pues quedan expuestas y a la vista de todos las barreras que el analfabetismo impone en la vida de Hanna, afectando este a sus decisiones morales y a las consecuencias legales de sus actuaciones, y también a su manera de entender el amor, de amar y de ser amada.
Finalmente, El lector aborda de una manera tan magistral como delicada la complejidad de la memoria histórica, mostrando cómo las generaciones posteriores al Holocausto han luchado y luchan por comprender tal horror y porque se haga justicia. En esto, la cultura escrita juega también un papel fundamental. Hace falta saber leer e interpretar los documentos conservados para evitar versiones únicas de la historia y llegar a la verdad, y hace falta preservar los recuerdos de las víctimas y honrar su memoria inscribiéndola en placas, monumentos, etc., que reparen el daño sufrido y dignifiquen sus nombres. A ello contribuye, sin duda, esta extraordinaria película que todos/as deberíamos ver.
Paula Manzanero Marcos