EL CÍRCULO DE SAFO

Normalmente se dice que la lectura evoca a los sentimientos. Aunque yo pienso que los sentimientos también pueden evocar a la lectura ya que puedes seleccionar tus lecturas según tus experiencias y vivencias. Cada lectura y sentimiento es personalizado, único y diferente al resto. No es igual leer, por ejemplo, La Educación Sentimental de Flaubert si estás viviendo un amor imposible o leer Fahrenheit 451 de Ray Bradbury en un contexto como el actual, con el creciente número de obras que están siendo censuradas.
Yo considero por ello que la escritura es un método para que estos sentimientos no mueran y perduren a través del tiempo. Que fluye hacia otras personas, acercando cada vez más el significado de sentimiento y lectura, convirtiéndolo en historia. Por ello siempre suelo recordar este poema de la poetisa Safo de Lesbos, ya que, aunque esta vivió hace más de 2700 años, puedes sentir sus mismas emociones e incluso continuar sus versos, entrelazando el pasado con el presente, inspirando de nuevo una y otra vez, siendo un círculo que no se rompe al igual que el círculo de la lectura que se influencia de la historia de esta misma.
Me parece igual a los dioses ese
hombre que ahora está frente a ti sentado,
y tu dulce voz a tu lado escucha
mientras le hablas
y tu amable risa; l cual, te juro,
en mi pecho el alma saltar ha hecho:
pues te miro apenas y mis palabras
ya no me salen
se me queda rota la lengua y, suave,
por la piel un fuego me corre al punto,
por mis ojos ya nada veo, y oigo
solo un zumbido,
me destila un frío sudor y entera
un temblor me apresa, y cual la paja
amarilla estoy y mi muerte siento
poco alejada.
Pero todo habrá que sufrirlo,
incluso si mis cartas no llegan,
si lees los fragmentos de otros poemas
y aún te llega mi colonia.
Se me queda rota la pluma tras cada palabra
y creo que aún te veo en la novela romántica,
ante mis ojos hay una historia mil veces repetida
aún si intento parecer antigua.
En las censuras, en el creer saber,
en las páginas rasgadas,
en la muerte de lo que destruyeron,
o por esa joven Heloisa que todos ansiaban.
En las quemas o en el miedo,
en tablillas de arcilla, o en algún silencioso misterio,
en las reuniones, aún si son clandestinas,
en todos los rincones de la literatura,
en la oratoria o en internet si se revoluciona.
En lo que leo o en lo que todavía no está sobre el papel
en lo que siento o en lo que ya no veo,
creo que te encuentro, pero siempre tendré que sufrirlo,
incluso si todavía queda perdido o destruido,
incluso si aún es perseguido,
aún si mis versos evocan.
Aún si tu imagen se difumina con la de otros
aún si dedican de nuevo este poema,
no siempre será el mismo.
Aleia
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