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INSTRUIR DELEITANDO EN EL SIGLO XIX: LA ENTRADA EN LA ESCUELA DE LA INFANCIA Y DE LA LECTURA INFANTIL

INSTRUIR DELEITANDO EN EL SIGLO XIX: LA ENTRADA EN LA ESCUELA DE LA INFANCIA Y DE LA LECTURA INFANTIL

Durante el siglo XIX se incorporaron tres grandes grupos de lectores al mundo del libro: las mujeres, el proletariado y el público infantil. En este post nos vamos a centrar en cómo afectó la incorporación a la lectura del público infantil a las mejoras en la educación.

En el contexto de la industrialización se va a dar un gran cambio en la sociedad, pues se va a pasar de una sociedad absolutista a una más liberal, en la que se va a introducir, gracias a la Revolución francesa, el término “ciudadano” (abandonándose el de “vasallo”). Esto supone la sustitución de la sociedad estamental por la sociedad que clases, que va a tener unas nuevas necesidades y a presentar características diversas.

Es en este marco histórico de finales del siglo XVIII e inicios de la contemporaneidad, cuando surgen los sistemas educativos nacionales, cuyo objetivo será la formación de buenos ciudadanos y, con ello, la consecución de una igualmente buena mano de obra. Por toda Europa, sobre todo en Inglaterra, van a aparecer filántropos preocupados por la educación que van a fundar escuelas, como Joseph Lancaster o Robert Owen. En España, por ejemplo, se va a promulgar la Constitución de 1812, que constituye el primer texto legislativo que regula la enseñanza en nuestro país, estableciendo los principios de uniformidad y universalidad en la educación.

Todas estas novedades son inseparables de la entrada en escena en la Historia de la lectura de la infancia como sujeto lector. Los editores decimonónicos van a elaborar materiales de lectura destinados a los niños por vez primera, teniendo en cuenta sus posibilidades de lectura y sus gustos lectores, haciendo gala del lema del “instruir deleitando”. Aunque no faltaron las obras de entretenimiento, las publicaciones se enfocaron principalmente en la enseñanza, proliferando a partir de este momento manuales escolares sobre las materias que configuraban el currículo de aquel entonces.

De esta manera, con el gran impulso que recibe la Educación Primaria se abre un nuevo nicho de venta de libros que va a ser muy importante (de hecho, lo sigue siendo en nuestros días) y, al mismo tiempo, la llegada a las aulas del libro escolar va a provocar importantes cambios en las prácticas educativas, porque estos eran libros laicos y van a empezar a desbancar a los libros religiosos, como la Biblia, que eran los que hasta ese momento se habían empleado para enseñar a los más pequeños. Además, al adaptar los libros a los gustos y las necesidades de los niños se logra fomentar el gusto por la lectura -desde entonces esta de animar a leer es una de las principales tareas de la escuela- y se favorece la adquisición de conocimientos diversos e indispensables para la vida diaria.

Además, estos primeros libros escolares son el reflejo de cómo en esta época se desarrolla un interés por estudiar cómo aprenden y se desarrollan los niños y cómo se les puede ayudar y guiar en su desarrollo y aprendizaje. Es decir, muchos pedagogos idean y ponen en práctica ahora sus teorías educativas y las vuelcan, además de en tratados y revistas pedagógicas, en las páginas de estos manuales escolares. Al margen de las tendencias y propuestas propiamente educativas, no podemos olvidar que es en el siglo XIX cuando, al compás de la escolarización masiva, se deje de concebir al niño como un adulto en miniatura y se trate de entenderle como lo que es, un ser independiente con gustos, necesidades y preocupaciones propias.

Paula Santana García

LAS MISMAS CIGÜEÑAS NOS SOBREVUELAN

LAS MISMAS CIGÜEÑAS NOS SOBREVUELAN

Querida Leila:

Con tus libros (El país de los otros y Miradnos bailar) has hecho que me adentre, sin retorno posible, en el camino de la literatura árabe; tus palabras me han arrojado a explorar el mundo árabe (y su historia) o, quizás, me han empujado a abandonar progresivamente el mundo angosto en el que a veces siento que estoy metida. Sobre todo, has conseguido acercarme con tu narración y tus personajes a Marruecos, que, al otro lado del Mediterráneo, siempre me ha resultado un lugar un tanto lejano. ¡Y pensar que todo este tiempo, las mismas cigüeñas de Rabat -que con sus círculos y su lenguaje agitan el amor que Mehdi siente por Aicha- también atrapaban mi mirada aquí, en Alcalá de Henares! Están por todas partes, adornan con sus nidos las torres, las esquinas de la catedral, los tejados de la universidad y del museo arqueológico. Ayer me pareció que, sobre las copas de los árboles, en la Plaza de San Diego, con sus patas esbeltas y su presencia elegante, casi combatieron el estruendo de las cotorras.

Creo que tu manera de describir con tantísima belleza y cuidado los ambientes, el paisaje, las personas y sus mentes, me hace reparar más en las cigüeñas y su crotoreo; en la manera en la que, a las seis de la tarde, la luz roja sobre el ladrillo resalta su plumaje negro y blanco, y me fijo en las ramitas que portan en sus picos. Ahora pongo más empeño en intentar descifrar poco a poco el crotoreo de la gente y sus vidas, salir de ese "individualismo culpable" (por no saber nada del mundo) que siente Aicha al comienzo de Miradnos bailar; me pregunto si tú también te habrás sentido así alguna vez...

Sin salir de Madrid, como soñando sin dormir, acumulo experiencias de Marruecos que robo de tus personajes, que para mí son totalmente reales. Los construyes tan cargados de vida, de pensamientos, confesiones y contradicciones, que me resulta imposible juzgarlos, simplemente los acompaño en sus cambios y decisiones.

Hay una excepción: Amín. Se me ha quedado clavada la escena en la que, cegado por la rabia, apunta con un revólver a Mathilde, Selma y Aicha, aullando: "¡Os matare a todas!". Por muchas otras facetas y capas que el personaje tenga, no puedo borrar de mi cabeza ese momento de máxima violencia. Imagino que, más que a mí, ese momento habrá marcado las vidas de esas mujeres, que han tenido que asumir que el hombre que las apuntó con una pistola sigue siendo su marido, su hermano, su padre.

Aunque puedo asumir otras contradicciones y sumergirme en la época asimilando en mayor o menor medida sus formas, no supero ese y otros episodios de violencia, que me generan un inevitable rechazo al personaje de Amín. Pero le entiendo perfectamente cuando siente un gran dolor, porque su casa y la tierra que ha trabajado durante años se está quedando vacía, sus hijos se van y él siente que los ha espantado, que no ha sabido quererlos. Con sus esfuerzo ha construido una próspera finca, pero nunca un hogar acogedor. Este momento del libro me punzó especialmente porque yo también siento que vivo en una casa que se va cayendo a pedazos, en la que el paso del tiempo es inevitable; mis hermanas ya se han ido y quedo yo, intentando sostener un entorno que quizás nunca se sostuvo, que nunca fue del todo acogedor. Quizás en mi familia no se intentó hacer crecer un limaranjo (cítrange); el naranjo y el limonero siempre permanecieron en parcelas distintas, separadas por una larga cerca de madera.

Hace un año, más o menos, empecé a aprender árabe aquí, en la Universidad de Alcalá (Grado en Humanidades), y fue mi profesora la que me recomendó sus libros e hizo que me enamorase del idioma. Creo que empezar a aprender árabe (y sumergirme en su literatura) ha sido mi gran descubrimiento en los últimos tiempos. Para mí, las palabras y los nuevos idiomas que aprendo también tienen un "sabor a corrientes de aire" (como lo tienen las palabras de los campesinos para Aicha). Los idiomas son brisas que, de repente, despiertan mi fascinación y curiosidad (que antes estaba dormida o en duermevela) por otros espacios, culturas y personas.

Perdona mis desahogos y mi fijación por las cigüeñas. Estoy deseando que publiques el último libro de la trilogía. Espero viajar a Marruecos este verano y ver las cigüeñas sobrevolando el cielo de Rabat, "eternamente azul".

Mil gracias porque tus palabras y tus personajes alimentan mi poesía, mis ganas de leer, de escribir y de vivir (en) el mundo.

Con mucho cariño,

Helena Wagner Díaz-Marcote

YOUR BOOKS WERE MY REFUGE

YOUR BOOKS WERE MY REFUGE

Dear Suzanne,

My name is Lucía, I am currently in a Spanish university studying Education and Humanities. This semester we have been asked to write a letter to an author that meant something to us, and your name was the first of my list.

I was about ten when I started reading The Hunger Games. It quickly became one of my favorite book series. It was probably the first book I had read that showcased a complex female lead and many other characters that couldn´t be divided into "good" or "bad". At first, I obviously wasn´t able to understand just how deep these characters and the message from the book was. Each time I picked up and reread the books I discovered new side of the story and asked myself more questions. Just before writing this letter, I have finished all of them once more, including The Ballad of Songbirds and Snakes. I hadn´t read them in a while but after going to the cinema with a braid in my hair and my Mockingjay pin, just as little me would have done, I felt the urge to do so. I was surprised to discover just how much the novels still relate to the current world climate.

When I was little, I used to want to be Katniss. She was strong, unstoppable, and fierce. She spoke her mind and knew that she wanted, she was admired by everyone. Last month a friend sent me a fan fiction which told the story from Peetas´s point of view, and it described exactly how I viewed her, but without Katniss inner monologue the story felt less real, much more idealized. While reading them again I still saw this powerful girl but what spoke most to me were her inner thoughts. I was able to see the scared girl, under a huge amount of pressure which she felt she had to deal with alone. Sadly, I think this is a reality for many of us, who try and keep everyone proud and happy but deep down feel incapable of keeping it up forever. I have always loved Cinna, Peeta and Prim, maybe because they were the only ones who made her feel safe and loved no matter what. I am grateful to have found people like that.

The one person I was always unable to figure out was Gale, who was without a doubt my least favorite character until recently. Even though I still find it hard to like him, I have started to understand him. These past few years we have witnessed terrible things by power struggles which have only affected the vulnerable and innocent. While seeing this I had some of the same thoughts he had throughout the whole book, and I know many of the ones around me have too. Others have felt nothing, and some have told me I shouldn´t get so emotionally involved if it won´t directly affect me. I see all these people reflected in your books this is why I think literature doesn´t always describe the past but helps us understand the present and ourselves.

While writing this letter I have written and erased many paragraphs because I am finding it hard to condense all my thoughts and feelings in such a short space. I would take me long to tell you how much characters like Haymitch, Joanna or Tigris really spoked to me or how sad, but necessary, I think Cinna´s, Finnick´s and Prim´s deaths were. In a way they all leave you with their story, no matter how short it may be. They made me laugh, cry, and think but most of all they helped me become the person I am today. It may sound like an exaggeration, but your books were a refuge. They bring back nights of reading under the sheets, summers begging to go to an archery camp, school days discussing over which district we were from and most importantly memories with loved ones and with people which are no longer close to me but have told me they still think about me when they see your books, just as I do with them.

I am not sure if you will get this letter, but I am glad I got to write it. I know it would have made ten-year-old me very happy to know she would still enjoy rooting for the Mockingjay almost ten years later. Thank you for everything and may the odds be ever in your favor.

Sincerely,

Lucía Reviriego de las Heras

CARTA A CARMEN LAFORET

CARTA A CARMEN LAFORET

Estimada Sra. Laforet:

Carmen, mi amiga, me esperaba en la puerta del Instituto. Yo llegaba tarde, como casi siempre. Me dio un abrazo. Sus abrazos no son cálidos, como a mí me gustan, son abrazos en hueso, secos. Pero son igual de bonitos. Dimos un paseo por el barrio. Me regaló un libro ese día, uno de tus libros, Nada. Hacía dos días que había sido mi cumpleaños. En las primeras páginas me escribió una dedicatoria. De vez en cuando saco el libro de mi estantería para releerla. A ella siempre se le ha dado bien escribir, aunque no le gusta.

Cuando llegué a casa me fui a mi habitación, a mis cuatro paredes. Esas cuatro paredes, de las que en tantas ocasiones he hablado, lo saben todo de mí. En ellas me refugio, en ellas la soledad se extingue. Allí, unas ganas impetuosas de leer el libro se apoderaron de mi cuerpo, ahora desconocido por el recuerdo. Tardé bastantes meses en leerlo. Por cuestiones que prefiero no contarte, la lectura, desgraciadamente, había abandonado mi rutina. Recuperarla no fue fácil. Terminé el libro en verano, en un pueblo de Extremadura, perdido entre prados, olivos y encinas.

El año pasado, por estas fechas, fui a Barcelona a pasar un fin de semana con mi tío. Un viaje entristecedor, poco elocuente en ese momento, pero dulce ahora transformado por la melancolía. El primer día anduve hasta encontrar el número 36 de la calle Aribau. La acera frente al portal estaba en obras. El edificio tenía unas grandes ventanas, unos grandes balcones... Y se erigía con una fuerza culminante capaz de hundir al ser humano más fuerte, alto o valiente del mundo. Todo estaba donde debía estar, todo estaba en su sitio. Han puesto una placa con tu nombre en él. Eso hace que tenga más fuerza aún. De tanta, casi me tira al suelo.

En uno de mis intentos por alcanzar aquello que no puedo, cerré los ojos e imaginé a la familia entera en uno de esos pisos, condensando en él todos sus problemas. Juro, pongo por testigo a esta carta, que vi a Andrea llegando de noche por primera vez al edificio. La vi más tarde salir del portal. Caminaba con prisa. En un reflejo de ensoñación, de ilusión desmedida, la seguí. No sé por qué lo hice. Al final, llegué a la universidad, en donde la esperaba Ena. Volví al edificio. Podía escuchar a la anciana gritar, las discusiones del tío... Por un momento fui una desconocida en la vida real.

Mi tío me zarandeó fuertemente. Nos teníamos que ir. Todo se desvaneció. Ya no escuchaba el ruido de la casa. Ahora solo veía sus balcones vacíos, sumidos en una profunda negrura. La vida, con ese sueño, de alguna manera que no logro comprender, me había dejado. Con esa experiencia onírica, me despedía de aquel edificio, de aquella calle. Y de Andrea. Aunque en los días restantes la busqué en cada calle. Cada vez que doblaba las esquinas, esperaba encontrarme con ella.

En Barcelona no la volví a ver, pero me la encontré varias veces en un pueblo de Madrid, aunque con otra cara. Era diferente. Pero supe que era ella por su forma de caminar, brusca, con prisas. Una vez, incluso, pude hablar con ella. Me dijo que le recordaba a Ena (en un plano totalmente distinto). Carmen dice que, al contrario, le recuerdo a Andrea.

Escribo esta carta en los pasillos de una vieja universidad, parecida a la de Barcelona, maravillada por tu forma de escribir, tu delicadeza, tus personajes. Alguna vez he escuchado que los libros, entre otras cosas, son los que nos mantienen vivos. A mí Nada, de una manera que no entiendo, me da la vida de una forma en la que pocos libros lo han hecho. No se trata solo de un libro, se trata también del día que Carmen me lo regaló, del día que me dijeron que me parecía a Ena, del viaje a Barcelona (entre otras muchas cosas más). Es una vida, este libro es una vida.

Sea como sea, gracias. Es lo único que puedo decirte. Cierro esta carta muda, sin palabras suficientes de agradecimiento.

Atentamente,

Lucía Guerrero Ávila

La importancia de la lectura para el desarrollo de la ciudad más avanzada de su tiempo: Roma

La importancia de la lectura para el desarrollo de la ciudad más avanzada de su tiempo: Roma

La lectura desempeñó un papel fundamental en la antigua Roma, sirviendo como piedra angular para el desarrollo intelectual y cultural de la sociedad del momento. Desde los primeros días de la República Romana hasta la cúspide del Imperio Romano, la palabra escrita tuvo una enorme importancia, moldeó las mentes de sus ciudadanos/as e influyó en la trayectoria del conjunto de la sociedad romana. Bajo este contexto, en este ensayo se pretende explorar la importancia de la lectura en la antigua Roma, resaltando su especial impacto en la educación, el entretenimiento y la difusión del conocimiento.

En la antigua Roma, la lectura estaba principalmente asociada con la educación y los estudios intelectuales. La capacidad de leer y escribir se consideraba esencial para aquellos que buscaban participar en la vida pública, política y en el gobierno del país. Las familias romanas adineradas contrataban tutores privados, conocidos como pedagogos, para instruir a sus hijos en el arte de la lectura y de la escritura. Este currículo incluía el estudio de literatura, filosofía, retórica e historia latina y griega. Los niveles de alfabetización variaban entre las diferentes clases sociales, pues mientras que la élite romana tenía acceso a una amplia educación, los ciudadanos comunes, especialmente los esclavos y los libertos, tenían pocas o ningunas oportunidades de adquirir habilidades de lectoescritura. No obstante, a medida que el imperio se expandía, se reconoció cada vez más la importancia de su educación, lo que llevó al establecimiento de escuelas públicas en áreas urbanas con el fin de formar las clases sociales más bajas en los conceptos básicos de lectura y escritura.

Los libros tenían un valor inmenso en la antigua Roma, tanto como herramientas de aprendizaje como fuentes de entretenimiento. Eruditos y filósofos romanos compilaban obras sobre diversos temas, en muchas ocasiones expropiándoselas a pueblos conquistados como griegos o egipcios, incluyendo libros de poesía, historia, filosofía y ciencia. Estas obras eran posesiones altamente valoradas, a menudo guardadas en bibliotecas privadas y compartidas entre círculos intelectuales, donde el libro cumplía una función social que simbolizaba un determinado estatus dentro de la comunidad.

Autores romanos como Cicerón, Livio y Séneca produjeron obras maestras que moldearon el tejido cultural e intelectual de la Roma de su tiempo. En sus obras no solo reflejaban la sociedad, sino que también influían en los valores, creencias e ideales del pueblo romano. La lectura de estos textos permitía interactuar con ideas profundas, desafiar normas establecidas y ampliar sus horizontes intelectuales.

La lectura no se limitaba a entornos privados. La lectura pública desempeñaba también un papel fundamental en la difusión del conocimiento y en el fomento de un sentido de comunidad. Autores destacados a menudo realizaban lecturas públicas de sus obras en las calles romanas, atrayendo a grandes audiencias ansiosas por escuchar sus palabras de boca de sus creadores. Pero también estas lecturas públicas brindaban la oportunidad de diálogo, debate y compromiso intelectual entre los ciudadanos, permitiendo el intercambio de ideas y perspectivas.

Las bibliotecas, conocidas como bibliotecae, surgieron como centros de actividad intelectual en la antigua Roma. Estas instituciones públicas albergaban una vasta colección de rollos y libros, haciéndolos accesibles a un público más amplio. Las bibliotecas se convirtieron en lugares de encuentro para eruditos, estudiantes e intelectuales, fomentando una cultura de aprendizaje e intercambio intelectual.

La lectura no se limitaba únicamente a fines académicos, sino que también servía como fuente de entretenimiento en la antigua Roma. Los romanos abrazaron diversos géneros literarios, incluyendo poesía, obras de teatro y narrativas épicas. Las recitaciones públicas de poesía y las representaciones teatrales atraían a grandes audiencias y proporcionaban un medio de ocio y evasión.

Las obras de renombrados poetas como Virgilio, Ovidio y Horacio cautivaban a los lectores con su habilidad para contar historias, ingenio y profundidad emocional, donde sus creaciones literarias eran una ventana abierta para descubrir diferentes aspectos de la sociedad romana, su historia y mitología, estimulando la imaginación y evocando una gran variedad de emociones.

En definitiva, la lectura en la antigua Roma tenía un inmenso poder e influencia, permeando todos los aspectos de la vida romana. Jugó un papel crucial en la educación, permitiendo a las personas adquirir conocimiento, agudizar su intelecto y participar activamente en la vida pública. Los libros proporcionaron una plataforma para el intercambio intelectual y cultural, dando forma a los valores y aspiraciones de la sociedad. Ya sea para su educación o simplemente por puro entretenimiento, la lectura fue en Roma una fuerza transformadora que enriqueció la vida del pueblo romano y contribuyó al legado de su civilización. Por ello no es de extrañar que, siendo el pueblo más avanzado en niveles de alfabetización y lectura de su tiempo, también lo fuesen en casi todos los demás aspectos sociales, pues cuanto más se lee, más inteligente uno se vuelve.

 

Gregorio Pedro Utrilla Fornals

Salvado por las Humanidades

Salvado por las Humanidades

En un momento de la humanidad donde el fin está más cerca que nunca, donde las sangrientas batallas medievales se han sustituido por tensiones a escala nuclear, donde no hay mucho más que vivir para generar y consumir, donde la lectura intensiva se ha sustituido por la ignorancia extensiva, nació. Nació el germen de la inocencia, curiosidad y valentía. Creció jugando entre los antiguos libros de sus padres, y la imaginación de sus hermanos mayores. Hasta que su vida se vio truncada por una serie encadenada de desdichas. Un chico ya adolescente buscó en la rebeldía un método para sanar sus heridas emocionales, cuando aún no se veía realizado como persona.

Tras varias batallas perdidas contra sí mismo y el sistema, cayó rendido ante la inocencia, curiosidad y valentía que le hicieron recapacitar y reencontrarse con aquel sentimiento que le generaba leer libros sobre Egipto o los dinosaurios… Así, y con la ayuda de su madre y muy buenos profesores aplicados, consiguió retomar el arte del estudio, descubriendo un mundo que siempre había estado ante sus ojos, pero que en un momento dado decidió ignorar. Fue en los momentos posteriores que mil sentimientos recorrieron su cuerpo al leer obras antiguas como Lisístrata, Odisea, Eneida…, al sentirse parte de ese mundo clásico. De esta manera, consiguió salir del vacío existencial que sentía y encontró en el mundo un reflejo de sí mismo y en sí mismo un reflejo del mundo. Se propuso terminar los dos cursos de Bachillerato con buenas calificaciones y sobre todo con un buen aprendizaje, y lo consiguió. Además, se propuso dejar una huella positiva allá a donde fuesen él y sus experiencias… y a día de hoy lo está cumpliendo.

Gracias al aprendizaje vital aportado por las Humanidades, a día de hoy sueña, sueña con no perder el tiempo, con crear obras, escribir más allá de lo tangible, desarrollar, descubrir, imaginar y sentir, sabiendo que su tiempo es finito, pero que, si logra hacer lo que se propuso, su legado no lo será.

Aarón López Cuevas

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (novena parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (novena parte)

Tiempo después, cuando ya están todas las cámaras desenchufadas y la mayoría de las luces apagadas, tras infinidad de angustiosas llamadas telefónicas, cuando el staff del progrma se marcha contrariado a casa y las hormigas ya descansan en su cama, uno de los más rezagados entre el público, un magnate excéntrico apasionado del programa, se dirige a Pablo Motos con un efusivo saludo.

— Una representación espléndida, maravillosa—confiesa con una sonrisa de oreja a oreja—. Pero ¿por qué el cambio de formato?

Aún contrariado, Pablo lo mira, sin terminar de comprender.

— Te aseguro que ese era el auténtico Eneas.

El magnate lo palmea un par de veces en la espalda, con aire condescendiente.

— Claro, claro. En fin, un espectáculo de lujo, quiero el nombre del actor y su currículum. Le espera una brillante carrera por delante, eso desde luego.

Agotado, Pablo inspira hondo. Está pálido, y lo único que le apetece es irse a su casa a dormir.

— Oye —continúa el hombre—, ¿y lo de los efectos especiales…?

Y sigue los pasos de Pablo mientras este abandona el plató.

Se apagan las luces.

FIN…

Leyre I. Avilés Canalejo

Observaciones acerca de la realidad y el sentimiento de lo perfecto

Observaciones acerca de la realidad y el sentimiento de lo perfecto

Kant, Immanuel: Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y de lo sublime, 1764.

 

Las diversas sensaciones de agrado o desagrado no se sustentan tanto en la disposición de las cosas externas que las suscitan, cuanto en el sentimiento de cada hombre para ser por ellas afectado de placer o desplacer. De ahí que algunos encuentren alegrías en lo que a otros les causa asco, la pasión enamorada que frecuentemente resulta un enigma para todo el mundo, o también la viva repugnancia que algunos sienten por aquello que para otros resulta del todo indiferente […].

El sentimiento más delicado, que ahora queremos considerar, es particularmente de dos especies: el sentimiento de los sublime y el de lo bello. La afección es agradable para ambos, pero de manera muy diferente. La vista de una montaña, cuyas cimas nevadas se yerguen por encima de las nubes, la descripción de una tormenta enfurecida o la descripción del imperio infernal que hace Milton suscitan complacencia, pero con horror. Por el contrario, el aspecto de un prado lleno flores, valles con arroyos serpenteantes, cubiertos por rebaños pastando, la descripción del Elíseo o el relato de Homero sobre el cinturón de Venus originan también una sensación apacible, pero que es alegre y risueña. Para que la primera impresión tenga lugar en nosotros, con intensidad apropiada, hemos de tener un sentimiento de lo sublime y, para disfrutar convenientemente la última, un sentimiento para lo bello.

[…]

La noche es sublime, el día es bello. Los temperamentos que poseen un sentimiento de lo sublime, cuando la temblorosa luz de las estrellas que se rasga a través de la parda sombra de la noche y la Luna solitaria está en el horizonte, son atraídos poco a poco por la calma silenciosa de una noche de verano, a sensaciones supremas de amistad, de desprecio del mundo, de eternidad. El resplandor del día infunde afanes de actividad y un sentimiento de regocijo. Lo sublime conmueve, lo bello encanta.

Hace no mucho me regalaron una pluma. Es gracioso cómo este utensilio me incita a escribir. Es tan delicada y sutil… Parece que fuese ella quien lleva el ritmo de mi mano, y no al revés. No es que mi caligrafía sea perfecta, pero me esfuerzo porque así sea.

En realidad, ¿en qué aspecto no aspira el ser humano a alcanzar la perfección? Es curioso, ya que no nos damos cuenta del verdadero sentido de este sublime y bello significado. ¿Qué es lo perfecto? ¿Cómo algo llega a serlo? ¿Dónde encontramos esta perfección?

Nos equivocamos con frecuencia. Algo no puede nacer perfecto, vivir en perfecto estado y morir de igual manera. Aunque, según la definición exacta de perfección, esta es un concepto que se refiere a la condición de aquello que es perfecto. Lo perfecto, por su parte, es lo que no tiene errores, defectos o falencias: se trata, por lo tanto, de algo que ha alcanzado el máximo nivel posible. Conociendo esto, pongamos un ejemplo: pensemos en un peine. Sí. Un peine, tal cual suena, el utensilio que utilizamos para peinarnos. ¿Por qué me refiero al peine como perfecto? Pensemos que el peine lleva existiendo desde los albores de la humanidad. Primeramente, estaba fabricado de huesos, madera o incluso hierro; ahora son de plástico o fibra.  Pero su esencia es la misma, un mango largo y a él adheridas unas cuantas púas con las que dirigir el pelo y darle forma. Da igual el material, el peine sigue igual desde hace lo menos 15.000 años, tirando por lo bajo: no puede evolucionar más. Es decir, el peine ha alcanzado su máximo nivel posible.

Partiendo de este argumento, ¿cuándo una persona es perfecta? Podríamos creer que entre los 25 y 30 años, ya que a partir de ahí empezamos a decaer, al menos físicamente. Pero no creo que sea así. Teniendo en cuenta la definición exacta, es sólo al morir. Y he hablado bien. No he dicho muerto o antes de morir, sino al morir. Ese ínfimo instante, en el que no cabe ni la medida de tiempo más corta que existe, justo antes de exhalar nuestro último aliento, es cuando alcanzamos la perfección, pues no podemos evolucionar más. Alcanzamos nuestro máximo nivel en ese momento. Por lo tanto, cuando muera, miradme bien, seré perfecto. Será el instante más bello de mi vida. Pues no habrá más.

Pero, esto no acaba aquí, pues lo que hemos analizado es el concepto literal de perfección. ¿Qué hay del figurado? Bien, diría que la perfección no es un estado, sino un sentimiento. Y la gran diferencia es que a pesar de cómo cree la mayoría, la perfección no la desarrolla una bella planta, la desarrollamos nosotros como sentimiento en nuestro interior al admirar la belleza de la flor. En ese momento pensaríamos: “Esta flor es perfecta.” – Pero, ¿por qué lo es? Tal vez no le falte ningún pétalo, ni le sobre ninguno, o tenga el color adecuado, o se adapte a la maravilla a cualquier temperatura o suelo. O igual todas ellas. Pero esto puede que sólo pudiera verlo aquel biólogo mientras detalla un informe al tiempo que observa la flor en su estudio.

Una tarde en el campo de picnic con amigos o la persona a la que tanto queremos puede ser también perfecta. Como vemos, la perfección es distinta dependiendo de los puntos de vista.

Sin embargo, aquella flor que tan espléndida le parecía al biólogo, puede ser, al mismo tiempo, perfecta para un marido que pasa por una floristería y este brote le llama la atención. Sí, se lo llevará a su mujer, y pagará lo que haga falta, pues llevaba todo el día buscándole un regalo por su aniversario. La flor tiene, por supuesto, las mismas características descritas por el biólogo. Este segundo personaje no sabe nada de flores, pero después de andar mucho y pensar más, encontró el regalo idóneo. Recordó que una vez su mujer le comentó lo bonita que era esa flor en particular, y que le gustaba mucho. Si la compra ahora, llegará a tiempo para la cena, la flor está genial de precio y encima las trajeron aquella misma tarde. La flor, para el marido, es también perfecta. Sin embargo, no se tienen en cuenta en este segundo ejemplo las características del primero y viceversa. Por tanto, descubrimos así que la perfección puede ser también una acumulación de circunstancias o coincidencias, sublimes coincidencias que, durante unos instantes, minutos u horas nos han revelado la identidad de la misma. Y no sólo nos la han revelado, nos han dejado regocijarnos en ella.

No es la flor perfecta, sino la sensación; la sensación de ver, sentir, oír, saborear, oler, tocar algo que se asemeje o que casi alcance la perfección. Y es siempre momentánea. El que no sepa aprovechar esos momentos en los que tanto se siente, se ve, se oye, se huele se toca, se saborea, vive en desdicha y por lo tanto no vive. Le quedarían dos opciones, cambiar y adquirir la sensibilidad de lo bello o de lo sublime, con la cual seremos capaces de apreciar lo perfecto o morir. Como dijo Marco Aurelio: “Vete, pues, de la vida apaciblemente, de la manera que muere el que cumple su cometido, indulgente con los que te ponen obstáculos”.

Gonzalo Fernández González

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (octava parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (octava parte)

Marron se emociona al saludar al héroe, y parlotea sin cesar. Finalmente, cuando Pablo le llama la atención, enseña el libro para que todos lo vean.

— Esto que tengo aquí es un tesoro de valor incalculable para la humanidad. No es el original, por supuesto, ese va a aparecer en pantalla en… nada, ahí lo tenéis.

La televisión muestra el volumen por su portada, y, mientras el científico habla, se ve cómo se van pasando sus páginas. Marron hace lo mismo con el suyo. Llegados al canto X, en ambas versiones, las páginas aparecen en blanco. Hay un desconcierto general, en cierto modo hasta escéptico.

— Aquí —le dice Marron a Eneas, y le tiende el libro que ha traído, que está escrito en latín—, se cuenta tu historia. Sospechamos que, al venir a visitarnos, el “destino” se ha alterado, por eso no se puede leer lo que tú aún no has “vivido”. Esta noche, por primera vez en exclusiva (si te parece bien, claro), vamos a reescribir tu historia exactamente tal y como pasó, usando las mismas palabras que Virgilio. ¿Estás preparado para conocer tu futuro?

Eneas le dice algo al historiador, que sonríe antes de traducir al público.

— Dice que sabe de sobra cuál es su futuro. Lo que le gustaría es volver… Y tal vez saber si… No, el insulto me lo ahorro, si el rey Turno y él pelean y lo vence… No sólo él, también Merencio cae ante ti —le confía al troyano.

Eneas sonríe, y la suya es una sonrisa sardónica, que al mismo tiempo resulta perfecta para patrocinar cualquier marca de dentífrico. Entonces el héroe da a entender que sí, que consiente en que se reescriba su historia.

Pablo Motos comprueba la hora de reojo; van mal de tiempo. Este va a ser el único experimento de la noche, y mientras el historiador se prepara para repetir unos versos que conoce de memoria, aprovecha junto a las hormigas para agradecerle a Eneas su participación, comprensión y paciencia.

Con finura exquisita, el historiador escribe en el siguiente renglón del libro sin final la primera línea del canto X:

“Se abre la mansión del todopoderoso Olimpo…”

Como si de un milagro se tratara, la frase aparece también reflejada en la pantalla, en el volumen original. Se escuchan exclamaciones ahogadas entre el público, y también por parte del personal que custodia la historia de Virgilio.

El historiador, absorto en sus recuerdos, sigue copiando los versos, ahora a una velocidad pasmosa. Primera página. Al llegar a la línea veinticinco, escribe el nombre del héroe. Entonces ocurre: en mitad del plató, sin que nadie se lo espere, la silueta del fundador de Roma según Virgilio comienza a desvanecerse. Cuando el mundo quiere percatarse, Eneas, tal como llegó, desaparece.

A Pablo se le abre la boca de estupor. Al historiador se le emborrona la tinta del texto. El escolta, que hasta ese momento había estado mordiéndose las uñas de puro aburrimiento, se inclina por desesperación para mirar bajo la mesa. Desde la televisión se escuchan exclamaciones varias en italiano, que exigen saber qué está pasando. Se pierde la conexión. El público estalla en un tremendo aplauso, una ovación absolutamente ridícula, descontextualizada, y que sin embargo cierra el programa.

Continuará en el próximo post...

Leyre I. Avilés Canalejo

El poder de la lectura: cómo la alfabetización cambió el mundo del libro

El poder de la lectura: cómo la alfabetización cambió el mundo del libro

La alfabetización y la expansión de la escuela en Europa en el siglo XIX fueron un momento clave en la Historia de la lectura. En este período, la educación formal comenzó a expandirse y se hicieron esfuerzos para enseñar a la población a leer y escribir. Esto tuvo un gran impacto en la forma en que la gente consumía información y cómo se desarrollaba la cultura.

Antes del siglo XIX, la educación formal era principalmente una preocupación de la élite. La mayoría de la población europea no tenía acceso a la educación y muchos/as no sabían ni leer ni escribir. En algunos casos, la iglesia católica o las instituciones religiosas proporcionaban educación básica, pero esto era raro y limitado. Así pues, la alfabetización era vista como algo al acceso de unos pocos y no como un derecho universal. Sin embargo, a medida que la Revolución Industrial comenzó a transformar la sociedad europea, se hizo evidente que se necesitaba una fuerza laboral educada para satisfacer las demandas de la industria. Además, los movimientos de reforma social comenzaron a exigir una mayor igualdad de oportunidades educativas para todos los ciudadanos/as. Esto llevó a una serie de reformas educativas en toda Europa y América del Norte, que culminaron en la creación de los sistemas escolares públicos en muchos países. Estos sistemas educativos se centraron en la enseñanza de habilidades básicas como la lectura y la escritura, así como en la educación cívica y moral de los más pequeños/as. Asimismo, la creciente necesidad de material de lectura y libros de texto para las escuelas y el público en general llevó a innovaciones importantes en la producción de libros y a una mayor accesibilidad para la población.

En 1836, el profesor William Holmes McGuffey publicó el primer libro de su serie de lectores, que se convirtió en un éxito inmediato en todo el país. Estos libros de lectura graduados, que incluían lecturas bíblicas y textos clásicos, se utilizaron ampliamente en las escuelas y hogares estadounidenses durante más de un siglo. La serie de McGuffey Readers reflejaba la idea de que la educación debería estar disponible para todos los ciudadanos/as, y que los libros de texto eran una forma importante de difundir el conocimiento y la educación. Los libros fueron diseñados para ser asequibles, con precios bajos y un formato compacto y fácil de transportar. Además, fomentaban la moralidad y el patriotismo, valores que se consideraban importantes para el desarrollo de la sociedad estadounidense del momento.

Por lo tanto, la serie de McGuffey Readers ejemplifica muy bien cómo la expansión de la educación y la alfabetización pública y de masas en el siglo XIX impulsó la producción y la accesibilidad de los libros, y cómo los libros de texto se convirtieron en una parte importante de la instrucción y la cultura populares en todo el mundo.

Leire Pascual Huarte

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (séptima parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (séptima parte)

La cámara deja de hacer zoom cuando Pablo toma la palabra. Eneas acaba de explicar que lo último que recuerda es despedirse de su madre para regresar al barco antes de sumergirse en un angustioso vacío y ser escupido aquí, dondequiera que eso sea, cuando el presentador decide que ha llegado el momento de contarle al héroe sobre el mundo real.

— Lo justo es que también tú sepas un poco de nosotros. Sabemos que te han explicado que estás en un futuro bastante lejano, y todo lo que te rodea es una ciencia maravillosa. Nos ha dicho un pajarito que admiras la vida cómoda que llevamos, pero no todo lo que reluce es oro aquí. —Mira al frente, hacia el público—. Por eso, esta noche, nuestros dos acompañantes van a jugar a un juego muy especial. Se llama “Tú tienes, yo tengo”. ¿Cómo se dice en latín? Tu habes, ego habeo. De acuerdo, queda bien y todo. Por turnos, una vez cada uno, debéis nombrar una de las dificultades a las que os hayáis enfrentado, para ver si son equiparables o no. —Se gira hacia el historiador—. A ti te pido que intentes no llevarlo a lo personal; hablas en nombre de la población española. Bien: ¿estáis preparados? Empieza nuestro invitado de honor, Eneas.

Eneas menciona la peste.

— Esa es fácil —dice el historiador, y cita al archiconocido COVID-19.

— Una pandemia que dura ya más de dos años —asiente el presentador cuando el público se serena—. Se transmite por el aire, lo que nos ha obligado a estar encerrados en casa, a guardar las distancias y a pasar mucho tiempo con la mitad de la cara cubierta, ¿no es así?

Eneas lanza una exclamación de comprensión, y comenta algo que arranca una carcajada tanto del escolta como del historiador.

— Pregunta que si por eso llevamos tapaculos en la boca —dice el historiador entre lágrimas de risa. Su turno es el siguiente—. La guerra de Ucrania.

Eneas hace un gesto despectivo con la mano; se está divirtiendo una barbaridad.

— Guerra de Troya. Mmmm… Ah, la harpía Celeno.

El historiador duda. Se toma su tiempo.

— ¿La caída del SEPE? —dice al fin, y Pablo lo da por bueno.

— ¡Escila y Caribdis! —se adelanta el héroe.

— Pues a ver, no me queda otra que mencionar a Filomena.

A Eneas le encanta la idea de imaginar Madrid cubierta de nieve.

— La erupción del volcán Cumbre Vieja —continúa el historiador.

— El Averno —replica el de la Eneida con voz ronca.

— ¿La ley Celaá? —aventura el experto.

Cuando a Eneas le explican lo que es, responde:

— La manzana de la discordia.

Una vez el público deja de reír, el presentador proclama al héroe vencedor de la mini competición. A modo de agradecimiento, el troyano asiente, y, ni corto ni perezoso, dice que los problemas del siglo XXI le dan dolor de cabeza, aunque parecen cuentos de niños.

Entonces la música cambia, y entra trotando en el plató un hombre risueño de gesto expresivo. Es Marron, el encargado de la sección de ciencias del programa. En esta ocasión no aparece con nada especial, solo con un discreto libro que lleva bajo el sobaco para poder agitar la mano en dirección a las cámaras y al público. Ese libro es, ni más ni menos, que la Eneida.

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Leyre I. Avilés Canalejo

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (sexta parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (sexta parte)

Pero Eneas se mantiene críptico a la hora de hablar de la soberana de los cartagineses, aunque no logra ocultar el dolor que encierran sus misteriosas palabras. Cuando narra su abandono, explica que fue el principio de mil desgracias (“y la justificación a las guerras púnicas”, replica el historiador con sorna). La pérdida de la mujer; un tormento en sus entrañas. Ella no puede ser descrita con palabras. La quería, sí, por los dioses que la quería, al menos hasta que ella apagó la llama de su propia vida (y aquí deja escapar una corta risa amarga, consciente de la ironía en su relato). Pero el destino es Italia, y a Italia se dirige. Eneas no vuelve a ver a Dido hasta obtener la rama de oro que le abre las puertas del Inframundo.

A Pablo le intriga sobremanera el concepto que tiene el héroe del Averno, los dioses y distintos espíritus que van apareciendo en la historia.

— ¿Los fantasmas son transparentes? ¿Se ve a través de ellos? ¿Te roban la energía vital si los tocas? —se interesa también Barrancas. El historiador le hace el favor a Eneas de no transmitir esa parte.

De su estancia en el mundo de los difuntos habla con horror; la voz ronca. Lo único que le da esperanza en ese periodo es la presencia de su padre y su promesa de un futuro próspero. Esta vez es una puerta de marfil la que lo lleva a cumplir su sueño, que comienza al poco tiempo, cuando los suyos se asientan en la ribera del Tíber y se alían con el rey Latino. Describe a Lavinia con prudencia y decoro, lo que da a entender que, curiosamente, el matrimonio tiene pinta de no haberse consumado. Eneas relata de la diosa Juno que envía su furia en forma de bestia a perseguirlo, y del rey Turno —previamente prometido con Lavinia—, cómo se gana su eterna enemistad. Sin embargo, solo cuando el hijo del héroe, Ascanio, en una cacería, mata a un ciervo que bien parece sagrado, se enervan todos, y así da comienzo la guerra del Lacio.

Llegados a este punto, le devuelven a Eneas su escudo, confiscado de forma temporal. Es un regalo de su divina madre, mandado realizar al dios Vulcano, y en él se ilustran innumerables viñetas. Eneas las señala con orgullo, mientras describe las que considera más importantes, en especial aquellas que muestran la estirpe de su hijo, incluyendo reyes y emperadores de renombre.

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Leyre I. Avilés Canalejo

El movimiento Riot Grrl y los fanzines

El movimiento Riot Grrl y los fanzines

El movimiento Riot Grrl nace en la década de los 90. Es un movimiento feminista, punk y anticapitalista que surge gracias a varias jóvenes feministas en Estados Unidos.

Aunque el punk había nacido en los años 70, la música punk rock todavía estaba en pleno auge en los 90. El punk fue y es un movimiento contracultural que se caracteriza por su actitud desafiante ante distintos aspectos de la sociedad. Lucha por la igualdad y por la abolición de las jerarquías; es la identidad de la ira y la rebelión. Sin embargo, hay un tema que los cantantes y grupos punks, mayoritariamente formados por hombres, no se atrevieron a cuestionar: la desigualdad de género. Podría pensarse que, ya que la esencia de la filosofía punk es rebelarse contra el orden establecido, este iría de la mano del feminismo. No obstante, si hablamos de la escena musical, apenas se hacía mención de esta lucha, y tampoco se observaba gran esfuerzo por parte de los hombres para incluir a las mujeres que, como siempre, eran vistas como meras espectadoras.

Es en este contexto cuando, en los años 90, grupos de chicas jóvenes comienzan a organizarse para generar conciencia feminista, y son ellas mismas las que forman sus propios grupos de música punk para transmitir su mensaje. Toda esta actividad tuvo lugar gracias a un sentimiento de comunidad fuertemente vinculado al mundo de la cultura, pues actuaban desde la filosofía del DIY, una de sus principales señas de identidad (Do It Yourself = Hazlo tú mismo). Entre otras cosas, se creaban exposiciones de arte, clubs de lectura, reuniones de militancia política…Pero lo más importante para nosotras hoy es la relevancia que los fanzines tuvieron en este movimiento.

Un fanzine es una autopublicación de tema libre, en la que no existen la censura ni la presión de tener que apegarse a criterios específicos de las editoriales comerciales. Suelen ser revistas con tiraje limitado, a menudo publicadas con métodos de impresión económicos y rudimentarios, y son los/as creadores/as de los fanzines quiénes trabajan en todos los aspectos de la publicación: tanto en el diseño como en la distribución. El término “fanzine” proviene de los términos “fan” y “magazine” y está asociado a creaciones realizadas por entusiastas del arte, la música, la cultura… y a impresiones realizadas con el objetivo de difundir ideas políticas. Aunque el género de los fanzines apareció muchas décadas antes, a partir de los años sesenta comenzó a adoptar temas políticos y de protesta.

Los fanzines desempeñaron un papel fundamental en el movimiento Riot Grrl, pues es el medio que las chicas usaron para dejar por escrito sus ideas y difundirlas. Si reflexionamos sobre lo que hemos estudiado este año, creo que hay temas muy relevantes que podemos conectar con todo esto. Por ejemplo, sabemos que durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la lectura de las mujeres estaba prohibida o controlada, ya que existía el miedo de que aprendiesen a pensar por sí mismas o de que la información del exterior generase ideas en ellas que fuesen en contra de los roles que se les habían asignado. También me parece importante el tema de la censura en la lectura, que ocurre desde los tiempos de Augusto y que sigue ocurriendo hoy en día. La existencia de la censura es una muestra de la conciencia del poder que tiene la palabra escrita, pues si surge la necesidad de censurar obras que desafían las ideologías establecidas, es porque se sabe que pueden generar y difundir pensamientos diferentes, de manera que los libros se convierten en armas peligrosas.

Creo que es esencial relacionar todo esto con el surgimiento de los nuevos lectores del siglo XIX y con la lectura militante de los proletarios, que crearon su propia cultura lectora e hicieron de la lectura una vía de formación para conseguir la emancipación de la ignorancia y de la dependencia. El punk feminista tuvo lugar en una época y en un contexto en que las mujeres tenían acceso a la palabra escrita y les fue posible propagar sus ideas y pensamientos. Es por todo esto que considero fundamental el papel de los fanzines en la historia del feminismo y de la lectura.

Laura Muñoz Félix

Dudas

Dudas

Crecí sin televisión, sin contacto con el mundo digital y alejada de las series de las que mis amigas de la infancia hablaban. Recuerdo salir a la hora del recreo y escuchar a mis compañeras de clase hablar sobre si el protagonista de la serie del momento había conseguido derrotar a su archienemigo. Yo no me enteraba de nada. Miento. Llegó un punto en el que sabía perfectamente qué ocurría en el capítulo de cada semana de tanto escuchar hablar de él. Pero la realidad es que en mi casa el único dispositivo electrónico que había era un ordenador lleno de virus que tardaba quince minutos en iniciar sesión.

Así, pasé los primeros años de mi vida sin más remedio que sumergirme en el mundo de la lectura. Poco a poco se convirtió en todo mi mundo, en mi refugio. Volvía cada día de clase con ganas de leer el libro que había dejado a medias mientras desayunaba y por la noche soñaba con los personajes que protagonizaban mis libros. Cada libro me removía por completo y, al terminarlo, quedaba en mí una sensación de vacío que tardaba semanas en marcharse. Había convertido la lectura en una parte de mí.

En cambio, ahora, cada vez que sostengo un libro en mis manos, me invade el cuerpo una nostalgia que me paraliza. A veces, me sorprendo a mí misma buscando un rato para abrir un libro y sumergirme en la lectura. Pero lo cierto es que a los cinco minutos encuentro una actividad que, por casualidad, era más urgente que el libro que me disponía a leer. Tengo miedo de no volver a vivir esa sensación de no poder parar de leer, de querer que las páginas del libro se multipliquen para no terminarlo nunca. Ahora, cada vez que abro un libro, tengo miedo de no poder disfrutarlo. Tengo miedo de no poder sentir la lectura. Todo son excusas para no sentarme a leer una novela, un ensayo, un artículo... Que si tengo un examen la semana siguiente, que si tengo que preparar la cena, que si me tengo que irme a dormir pronto porque mañana madrugo, que si ya leeré en verano cuando tenga más tiempo… Y cada vez que esas excusas se vuelven obsoletas, surgen nuevas. ¿Acaso se puede denominar amante de la lectura alguien que lleva más de un año sin ser capaz de terminar un libro? Si es cierto que para lo que queremos siempre encontramos tiempo, me pregunto si la lectura no me gusta lo suficiente.

Sin embargo, creo que el problema no es ese. Pienso que leer supone reencontrarse con el silencio. Implica parar el frenesí del día a día. Dejar la inercia y reunirme conmigo misma. Escuchar lo que mi cabeza me tiene que decir. Atender mis palabras, lo que mi mente imagina, llegar a los lugares más recónditos de mi cerebro y experimentar lo que el libro me evoca. Quizás leer supone reencontrarse con viejas heridas y abrir nuevas. Ponerme a prueba. Exponerme a sentirme mal, a llorar, a decepcionarme… a redescubrir emociones que no sabía que estaban ahí. Y puede que no esté tan preparada para ello como yo creía. Quizás lo que de verdad me aterra no es no volver a disfrutar de la lectura, sino que mis emociones me invadan y no sepa cómo pararlas. Me da miedo que leer me lleve a descubrir cosas de mí misma que no quiero saber. Que ese proceso de inmersión lectora pueda conmigo y termine sin ser, ni siquiera, capaz de leer.

Claro que sé que los bloqueos lectores existen, que hay momentos en los que no tenemos fuerzas, o tiempo, o ganas… Pero me aterra no volver a tenerlas; que en este mundo lleno de consumismo, inmediatez, y sobre estímulos, haya perdido la capacidad de sentarme a la luz de la lámpara y abstraerme en una lectura lenta y aburrida. ¿Habré acaso perdido la capacidad del aburrimiento? Yo, que he reivindicado siempre que este sistema capitalista nos hace creer en la gran mentira de que el trabajo dignifica, de que no somos seres útiles si no producimos, de que nuestra valía se mide según cuánto capital generamos… Yo, que he querido siempre alejarme de todo eso, ¿Habré perdido la capacidad de no hacer nada productivo?

Haizea García Villanueva

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (quinta parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (quinta parte)

—En cualquier caso—interviene el presentador—, no importa el origen: Eneas sí se ha llevado un buen soponcio, y nosotros también. —Se gira hacia el historiador—. ¿Te importaría traducir? —Luego mira a los asistentes, en parte para conectar con ellos, pero también para averiguar cómo se lo están tomando—. No me quiero ni imaginar lo que estará sintiendo, menudo choque cultural. Y temporal.

— Es un hombre acostumbrado a lo mitológico —salta el historiador—, ¡por favor, él ni siquiera tendría que estar aquí! Somos nosotros quienes debemos hacer el esfuerzo de entenderlo: Eneas, quae est ultima memoria tua?

Y se dirige a él con una delicadeza exagerada, lo que despierta la burla de las hormigas.

— Es un gladiador, no se va a romper —dice Barrancas.

— ¡Gladiador! —se indigna Trancas—, ¡qué dices!

— Es-es un héroe de guerra, hormiga —explica el historiador.

— Eso, a ver si te enteras, hormiga —sigue Trancas.

— Qué —dice Barrancas con sorna, ignorándolos y dirigiéndose al héroe—, te peleaste a saco con los griegos y luego a viajar hasta encontrar tu casa, o más bien crearla de cero. Me parece un timo, la verdad.

— No —dice de pronto el héroe con voz profunda. Todos se vuelven hacia él, que le indica al escolta que lo ha entendido, y se acoda sobre la mesa.

Entonces habla.

Y procede a narrar, con la voz cadenciosa de los oradores y la delicadeza lírica de los poetas, cómo fue la caída de Troya; la traición tallada en madera (“¡El caballo!” exclama al punto Trancas, en cuanto le llega la traducción), el desolador color de la muerte, las ruinas de la ciudad más hermosa. Y los gritos. Chillidos agónicos, lamentos atormentados, los soldados troyanos mutilados, masacrados. La visión esperpéntica de un Héctor derrotado que se le aparece en sueños, y, luego, la de su mujer en la distancia, envuelta en cenizas y humo, estando despierto. Abandona su hogar con el alma en vilo, su padre a cuestas y su hijo aferrado al brazo (“la alegoría de la vida”, explicará luego el historiador: “el ser humano lleva el pasado a la espalda y el futuro de la mano”), para dejarse conducir por el destino, primero a las montañas, y después, lejos, mucho más lejos.

De sus peripecias por mar hace un resumen, y nadie se lo reprocha. A su espalda una televisión se enciende para mostrar un mapa con el recorrido completo dibujado. Al descubrirlo, Eneas queda maravillado, y prosigue con más entusiasmo: de Tracia al oráculo de Delfos. En Creta los vuelve a sorprender la muerte, esta vez en forma de plaga. Huyen despavoridos hasta desembarcar en las islas Estrófades y, ¡oh, sorpresa!, las crueles harpías les hacen una visita: una de ellas, Celeno, lo ataca con una nueva profecía. En las costas de Epiro encuentran amigos, en las de Sicilia enemigos vencidos. Tras sobrevivir valientemente a los monstruos Escila y Caribdis, de oca en oca y tiro porque me toca, llegan al puerto de Drépano, donde, por vez tercera, la muerte se cobra su precio y le roba la vida a Anquises. Aún en duelo por la pérdida de su padre, Eneas se ve incapaz de esquivar la inmensa tormenta que lo arrastra hasta África; hasta los brazos de la reina Dido.

— ¡Oh, aquí viene el amor! —se emociona Trancas, y Pablo y Barrancas se ponen de acuerdo para mandarlo callar con un “shhh” de lo más impaciente. El público también contiene la respiración.

Continuará en el próximo post...

Leyre I. Avilés Canalejo

¿Por qué leemos lo que leemos?

¿Por qué leemos lo que leemos?

Al disponerme a realizar mi publicación para el blog AEDO me di cuenta de que estaba bastante perdido en lo que a elegir un tema para desarrollar se refiere. Mientras mi mente divagaba entre todos los posibles aspectos sobre los que podría trabajar, observé que mi madre se tumbaba en el sofá y empezaba a leer uno de los libros policiacos que tanto le gustan. En ese momento me vino a la cabeza la pregunta de por qué mi madre leía tantos libros policiacos y ninguno, por ejemplo, de poesía, por lo que dispuesto a resolver esta duda que me acababa de surgir, me dirigí a mi madre y le pregunté porque leía tantos libros del mismo género y nunca cambiaba sus lecturas. La respuesta de mi madre me dejó asombrado, puesto que se limitó a decirme que eran los libros policiacos los que más le hacían sentir. Al escuchar esto, mis dudas no solo no se resolvieron, si no que aumentaron, por lo que seguí preguntando a mi madre el porqué de esto y si otros géneros no le hacían sentir nada. La respuesta de mi madre volvió a ser de poca ayuda para resolver mi duda, “simplemente se debe a que es el género que siempre me ha gustado y así no fallo nunca al elegir a qué historia dedicarle mi tiempo”. 

Tras escuchar esto dejé de preguntar a mi madre y me quedé pensando sus palabras. No comprendía porqué para mí los libros policiacos resultaban una pérdida de tiempo mientras que para mi madre eran una gran opción con la que siempre salía satisfecha. Tras pensar durante un tiempo y hablar con mi padre del tema, llegué a la conclusión de que elegimos libros que nos hagan sentir identificados y que debido a esto nos hagan sentir emociones de una manera más potente. Es por este motivo que, en mi caso, los libros que suelo leer y con los que más disfruto son los libros de fantasía, porque desde pequeño siempre me fascinaron mundos nuevos e imposibles en los que dar rienda suelta a mi imaginación y en los que me sinto identificado, pues los protagonistas de estos libros suelen ser niños o adolescentes. Quizás por eso mi madre lea tantos libros sobre detectives y misterios sin resolver, pues en el fondo su sueño de convertirse en un detective de éxito sigue vivo dentro de ella. Quizás elegimos los libros que elegimos porque vemos reflejado en sus páginas todas las vidas que nos hubiera gustado vivir, pero que por diversas circunstancias no hemos podido alcanzar. Quizás y solo quizás, por eso es por lo que leemos lo que leemos.

Juan García González

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (cuarta parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (cuarta parte)

— Eneas es el hijo del mortal Anquises y la diosa Venus, claro está —dice el historiador.

El aludido, que hasta el momento estaba enfrascado en la contemplación de una de las tazas con el logo del Hormiguero que hay sobre la mesa, clava sus ojos en él al reconocer los nombres claves. Incapaz de mantener el contacto visual, el historiador parpadea, azorado.

— Esa es la diosa del amor y la belleza, ¿no? —sigue Trancas, y se gira hacia Eneas—. Caray, pues claro, con esa madre no me extraña su apariencia.

— Sí, pero yo soy más guapo —dice la otra hormiga—. Oye, hay una cosa que no entiendo: si Eneas fundó… funda, no, fundará (jo, qué lío) Roma, siendo un semidiós, ¿significa eso que los romanos son “divinos”?

El historiador se rasca la barba, pensativo.

— Eso nos quería hacer creer Virgilio… No lo sé, la verdad, es todo tan insólito que aún no me lo creo.  Lo que suponíamos hasta ahora es que el autor escribe la Eneida como propaganda política a favor del emperador Augusto, que se considera descendiente de Iulo o Ascanio, hijo de ese señor de ahí… Uff... La historia de la Eneida lo legitimaría como emperador… ¿Qué pasa?

Las cámaras dejan de enfocarlo para centrarse en Pablo y Eneas, que de disputarse la taza han pasado a jugar a una especie de calienta-manos bastante divertido que ha dejado de serlo cuando Pablo no ha tenido los suficientes reflejos para apartarse a tiempo del brazo de la justicia de Eneas. Le lagrimean los ojos por el dolor y se masajea la mano antes de decir:

— Perdón, perdón, hemos tenido un pequeño encontronazo aquí, nada serio. Esto es fascinante, ¡qué fuerza la suya, señor Eneas! —mira al escolta—. ¿Cómo se dice en latín? ¿Brutus totalus? —Al escucharlo, el historiador esboza una mueca que solo captan las cámaras. Pablo se dirige a él—. Entonces, ¿qué piensan los romanos de descender de un exiliado político que huye de la guerra?

— Pues curiosamente mucho orgullo, porque para ellos no es una desgracia; es el supuesto fundador de la gloriosa ciudad de Roma...

— Pero —interviene Barrancas—, este Eneas, ¿ha fundado la ciudad o la va a fundar?

— ¡Podemos pedirle al propio Eneas que nos cuente su historia! —exclama súbitamente Pablo, como si hasta entonces no se hubiera percatado de que esa es la razón por la que están allí. Por primera vez, el público ríe con ganas.

— Eso ya lo hizo Dido —masculla el historiador, pero nadie le hace caso.

— Eso sí, a ver cómo nos hacemos entender… Tú no hablas español, ¿verdad? —le dice el presentador al escolta—, solo lo entiendes.

El guardaespaldas le dedica una sonrisa que no compromete a nada.

— Si lo viera Virgilio se caería tieso al suelo del susto, seguro —reflexiona en alto Trancas, observando cómo el héroe analiza minuciosamente la taza, a partir de ahora de su propiedad, porque Pablo no piensa seguir arriesgando su integridad física por ella.

— Ese hombre lleva siglos criando malvas —apunta Barrancas—. Como también él aparezca por la puerta soy yo quien acaba bajo tierra, ya verás.

— Nos da un soponcio a todos —confirma el presentador.

— Que, por cierto —sigue Trancas—, no sé si lo sabéis, pero la palabra soponcio viene del latín; sopio, que significa según la RAE—coge aire, y recita sin pausas—: órgano-masculino-que-comparten-el-hombre-y-algunos-animales-que-sirve-para-miccionar-y-copular.

— Vamos —sigue la otra hormiga—, la minga, la manguera, el garrote, el pajarito, la anaconda, la pilil…

— Bueno, vale ya las dos, ¿no?

— En fin —concluye Trancas—, que los romanos hacían dibujitos de ese estilo y dicen las malas lenguas que las señoritas al verlo se asustaban tanto que hasta se desmayaban.

— Esa es solo una teoría —interviene el historiador—. La palabra soponcio viene de la mezcla entre subitus y responsio. De la primera acaba evolucionando sopetón, y respecto a la segunda, se refiere a la reacción del cuerpo frente a algo morboso. Otra explicación posible es que se origine con la expresión sub Poncio Pilato mucho más adelante, cuando el juez se lavaba las manos y el reo se desmayaba porque se entendía que lo iban a condenar.

— Pues que yo sepa hay un grafiti de un sopio en Pompeya —sigue la primera hormiga, un poco molesta.

Continuará en el próximo post...

Leyre I. Avilés Canalejo

Top 3 libros que recomiendo para niños de Primaria, ESO y más allá (desde el punto de vista de una futura docente)

Top 3 libros que recomiendo para niños de Primaria, ESO y más allá (desde el punto de vista de una futura docente)

Este post está destinado a aquellos/as interesados en la labor docente y en la lectura infantil. Los libros son una herramienta pedagógica muy importante para la educación, con ella los niños/as (y no tan niños) desarrollan su imaginación, aprenden vocabulario, conocen el mundo que les rodea, les ayuda a su concentración y aumentan sus conocimientos y su cultura. Por todo ello, os voy a recomendar libros adecuados a distintas etapas del desarrollo infantil y que nos van a permitir acercar a los niños/as al maravilloso mundo de la lectura.

 

El principito, de Antoine de Saint-Exupéry

¿De qué trata El Principito?

Esta historia trata de un aviador que, durante un trayecto, sufre una avería y cae en un desierto, donde conoce a un niño, El principito, que dice ser de un planeta muy diminuto, el asteroide B-612. Poco a poco el niño narra diversas aventuras que ha ido viviendo a lo largo del universo, en las que conoce a personajes tan peculiares como el rey vanidoso, el hombre de negocios, el bebedor, el farolero y el geógrafo, pero en ninguno de esos planetas encuentra amigos como en la tierra.

¿Por qué recomiendo esta obra?

Es una obra que reflexiona acerca de valores como la amistad, el amor, la inocencia, la empatía… y además, es una obra que cuenta con distintas ilustraciones del propio autor que pueden llamar la atención de los más pequeños/as. Asimismo, fomenta la imaginación infantil y les enseña a valorar tanto las pequeñas cosas, como el gran mundo que les rodea. Por tanto, es una obra cargada de valores positivos, que no solo puede ser disfrutada por los niños/as, sino también por el resto de la familia.

¿A quién está destinada?

Esta obra está destinada a niños/as de a partir de los 10 años hasta la edad adulta, puesto que es una obra en la que hay algunas ideas que requieren de un cierto grado de madurez y de capacidad de reflexión.

 

Las venas de la Montaña Negra, de Alfredo Gómez Cerdá

¿De qué trata Las venas de la Montaña Negra?

Nuestros dos protagonistas, Nico y Marga, están en Machu Picchu cumpliendo uno de sus viajes soñados. Allí, encuentran a un niño aparentemente vagabundo llamado Eric Modesto recogiendo algunas monedas de los turistas. Poco a poco la pareja de amigos se interesa por la vida de este joven, lo que les llevará hasta una mafia que utiliza a niños para que trabajen en la mina.

¿Por qué recomiendo esta obra?

Es una obra que va a permitir a los niños/as descubrir y reflexionar acerca de las distintas realidades de nuestro mundo. Con él van a ver que no todos los niños/as están en su misma situación acomodada, por lo que van a ser más empáticos y valorarán en mayor medida su entorno.

¿A quién está destinada?

Es una obra sencilla de leer, aunque no se caracteriza especialmente por sus ilustraciones, debido a que cuenta más bien con pocas. He de añadir que es una obra que en cierta parte les va a acercar a la lectura más adulta, por tanto, la recomiendo a partir de los 11 o 13 años.

 

La cala del muerto, de Lauren St John

¿De qué trata La cala del muerto?

Laura, que es una adolescente huérfana que recibe la noticia de que por fin va a poder abandonar el orfanato e irse a vivir con su tío a Cornualles. Allí, dado que es una amante de los libros de espías, descubre que un niño del condado no tiene una situación fácil y que su tío realmente oculta algo.

¿Por qué recomiendo esta obra?

Es una obra cargada de valores como la amistad, aventura, protección de los derechos infantiles… Además, al igual que la anterior, esta obra va a permitir a los niños/as descubrir, desde el punto de vista de una niña muy curiosa, que no todos los niños/as están en la misma situación que ellos, y que los misterios no esconden siempre algo positivo.

¿A quién está destinada?

Esta obra está destinada a niños de entre 8 y 9 años, puesto que aún no es extremadamente adulta, pero se aleja poco a poco del género más infantil.

Espero que este post te haya gustado, y que valores estos libros como futuras opciones de lectura para tus pequeños y pequeñas.

Lucía Barrajón Cabrera

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (tercera parte)

De la importancia de la escritura y la lectura: reflexión a través del decimotercer viaje de Eneas (tercera parte)

A continuación, Pablo procede a contar el contexto detrás de la aparición de Eneas: que llegó sin previo aviso una noche de tormenta a la costa barcelonesa —nadie sabe cómo, por qué, ni de dónde exactamente—, y las difíciles pruebas por las que tuvo que pasar para que pudieran verificar su identidad, objetivo que solo alcanzaron las autoridades italianas, que procedieron a considerarlo protección de la República. Sin embargo, al haber sido encontrado en territorio español, se movieron hilos hasta conseguir que la entrevista tuviera lugar.

— La pregunta es: ¿y ahora qué? —comenta el historiador sin apartar la vista de su héroe—. ¿Qué va a pasar? ¿Piensan deportarlo a su lugar de origen? Y lo que es aún más inquietante, ¿cómo se hace eso? ¿Se viaja en el tiempo o se lo intenta introducir en un libro?

— Menudo panorama, sí. —Pablo mira de refilón a Eneas, que susurra confidencialmente con su escolta, antes de añadir—: Se me ocurre, y tal vez sea un poco precipitado, pero bueno, de perdidos al río, ¡que es hora de que Trancas y Barrancas se nos unan a esta extraña tertulia! —El público aplaude por inercia. Aparecen las hormigas moradas por el hueco de la mesa—. ¡Hola! Bueno, os quejaréis de la visita de hoy.

Pero a los insectos no les da tiempo ni de abrir la boca (metafóricamente hablando, claro). Nada más descubrirlos, Eneas pega un brinco en el sitio, suelta una maldición y acto seguido intenta aplastar con furia a las hormigas, que se esconden lo más rápido que pueden. Por desgracia, una de ellas es alcanzada: se escucha un alarido seguido de una blasfemia, y su cabeza se deforma con el golpe antes de recuperar su forma original. Cunde el pánico: Eneas se encarama a la mesa y se asoma al agujero, mostrándole al historiador una panorámica magistral de sus posaderas. Hacen falta hasta cuatro personas sin contar a Pablo y al escolta para bajarlo de ahí. Airado, Eneas está convencido de que esos “seres malignos” son otro enemigo más disfrazado, y exige una explicación. El escolta lo tranquiliza; solo entonces pide disculpas el héroe.

Trancas y Barrancas asoman la cabeza tímidamente.

— Hola, señor Eneas. Sentimos el susto —dice Trancas.

— Sí, mi cabeza lo siente mucho —añade Barrancas.

Tras escuchar las palabras del escolta, Eneas inclina el mentón en señal de aceptación. Esta vez las observa casi embelesado, con una curiosidad que roza lo rayano, pero en seguida acepta su presencia. Es alguien que cree en los dioses e incluso ha viajado en el tiempo, ¿qué son un par de insectos caricaturescos de ojos saltones y antenas gigantes en la vida de un hombre mitológico? La conversación sigue por otros derroteros hasta que las hormigas se interesan por la biografía del héroe.

Continuará en el próximo post...

Leyre I. Avilés Canalejo

El desarrollo de la enseñanza de la lectura

El desarrollo de la enseñanza de la lectura

La historia de la lectura ha presentado cambios a lo largo de los siglos, evolucionando a la par que lo hacían los sistemas educativos y el aprendizaje de la lectura y de la escritura. En el pasado, la enseñanza en general, y en especial la de la lectura, se basaba en la repetición. Principalmente se enseñaba a memorizar palabras y su respectivo significado en lugar de diseccionarlas y enseñar a comprender. Hoy en día, se emplea para la alfabetización infantil el llamado método fonético, un sistema que permite que los/as estudiantes reconozcan los sonidos de las letras y sus posibles combinaciones. Para poder leer con fluidez es necesario que primero se comprenda lo que están leyendo, por lo que tener una base fonética es fundamental. De igual manera, la enseñanza de la lectura actualmente es explícita, por lo que se proporciona una instrucción clara y estructurada que se enfoca en los componentes críticos del lenguaje. Dentro de esto, incluimos la enseñanza de las habilidades necesarias para leer y comprender, como la identificación de palabras o la identificación y la comprensión del significado y de las estructuras de las oraciones y párrafos.

Hoy en día, la comprensión es fundamental, por lo que la enseñanza de la lectura se enfoca en ella. En el pasado, la lectura se basaba en la identificación de palabras, pero no es solo eso, sino que hay que comprender lo que estamos leyendo. Por lo que los maestros enfatizan en la importancia de enseñar estrategias de comprensión, como hacer inferencias, hacer conexiones entre lo que se lee y la experiencia del lector/a e identificar la estructura de un texto. Además, a través de esta comprensión estamos enseñando a tener criterio propio sobre lo que se está leyendo.

En este sentido, uno de los grandes avances de este proceso es la enseñanza diferenciada. Actualmente, la enseñanza de la lectura se adapta a las necesidades individuales de los/as estudiantes, de modo que los maestros/as están formados para disponer de estrategias que les habiliten a ajustar el contenido que deben impartir en función de su alumnado, para satisfacer así las necesidades específicas de cada uno/a de ellos/as. Dentro de estos recursos se puede incluir la proporción de instrucción adicional a los alumnos/as que lo necesiten o desafíos adicionales para motivarles.

En suma, considero que la enseñanza de la lectura ha evolucionado positivamente en los últimos años, destacando el desarrollo del método fonético, la comprensión, la enseñanza explícita y la diferenciada. Estos nuevos enfoques ayudan a los alumnos/as a desarrollar y mejorar sus bases para tener una capacidad lectora basada en la comprensión y no en la mera repetición.

Algunos recursos bibliográficos sobre el tema:

Gallego, M.: «Evolución de los métodos lecto-escritores (1970-2013)», Riuma: https://riuma.uma.es/xmlui/handle/10630/11555

«La enseñanza de la lectura. Cursos de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación», INEE: https://www.inee.edu.mx/wp-content/uploads/2019/01/P1C710.pdf

«El problema de la enseñanza de la lectura en educación primaria», Redalyc: https://www.redalyc.org/pdf/356/35631103015.pdf

 

Candela Pérez Rot