Los quioscos en peligro de extinción
Hace no tantos años, la única forma de leer las noticias y de estar al tanto de lo que sucedía a nuestro alrededor eran los periódicos impresos, que solían comprarse en los quioscos de prensa, muy habituales en todas las ciudades. A día de hoy, las nuevas tecnologías y los periódicos digitales han robado el puesto a estos quioscos, convirtiéndolos en establecimientos en peligro de extinción. Estos lugares de venta y circulación de periódicos, revistas y libros de bajo coste han sido de máxima importancia en los años ochenta y noventa y es por eso que, varios lugares de España, como Valladolid, Murcia o Barcelona, están levantando proyectos para evitar su desaparición y cierre.
Los primeros quioscos en España surgieron a mediados del siglo XIX, pero estos no estaban dedicados a la prensa, pues no fue hasta años más tarde cuando el diario El noticiero Universal abrió el primer quiosco de prensa en la ciudad de Barcelona. Esta revolución fue criticada por muchos y no era vista como algo que fuera a producir beneficios, puesto que los periódicos eran generalmente entregados a las puertas de las casas. Poco a poco estos lugares se fueron convirtiendo en parte esencial en la vida social de las ciudades, donde la gente acudía diariamente para hacerse con la información del día, libros de precios muy asequibles y revistas de todo tipo, convirtiéndose en el punto de información y tiempo libre de los ciudadanos/as de todas las clases sociales y edades de cualquier ciudad del país.
El número de quioscos en nuestro país ha descendido más de un 44% en los últimos diez años debido al cambio de hábitos en los lectores/as de prensa. Un quiosco a la semana es cerrado definitivamente en España, y es por eso que este sector está reclamando al Gobierno ayudas públicas para evitar que las persianas de estos espacios históricos bajen para siempre. Estos establecimientos no han conocido una buena época desde la crisis económica del 2008, ya que, con la llegada de la pandemia de COVID-19 y el confinamiento, la enorme inflación actual o la crisis del papel, todo ello ha despertado entre los dueños de estos locales la necesidad de reinventarse para poder sobrevivir.
Por desgracia, cada vez es menos común ver publicaciones impresas en los quioscos. En su lugar, estos han optado por implementar cajeros automáticos, productos artesanales, souvenirs de la ciudad e incluso productos digitales. La complicación de cerrar los quioscos también es un factor que hace que sigan abiertos, puesto que son los propios dueños los que, tras cerrar el local, deben deshacerse del quiosco haciendo que muchos trabajadores cumplan su jornada a pesar de tener pérdidas.
En general, es muy evidente el rapidísimo ritmo de progreso que estamos teniendo en los últimos años en cuanto a lo que la lectura se refiere. En mi opinión, no podemos evitar seguir el ritmo que marca la sociedad, pero también tenemos que hacernos cargo de nuestras raíces y cuidar y conservar bonitas tradiciones como lo son los quioscos de prensa que todos recordamos en nuestras infancias.
June Igartua García
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