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El poder de un libro

El poder de un libro

Cuando se lee un libro, jamás vamos a leerlo de la misma manera que otro lector. En ocasiones, un lector puede pasar de una página a otra sin detenerse a pensar en nada de ella, mientras que otro puede quedar marcado por cada una de las palabras y signos que la componen. 

Esto le pasó a una amiga mía, quien leyó una obra y la interpretó de una manera que cambió su vida.

Una tarde normal de otoño, cuando aún se sentía el calor del verano, pero las vacaciones parecían haber quedado lejos, mi amiga intentó volver a la rutina de todo estudiante.

Digo intentó, porque sus vacaciones no habían sido las típicas de una persona con 18 años. Habían sido una de sus peores vacaciones; unos meses en los que una pérdida de identidad y sentido existencial marcadas por una relación abusiva y coercitiva acarrearon una soledad y aislamiento rotundo.

Fue entonces cuando decidió buscar un refugio para sus pensamientos diferente a esos consejos tan fáciles de decir y tan complicados de hacer como «quiérete». Ya le habían dicho que tenía que dedicarse tiempo, pero ¿cómo se dedica tiempo una persona que no tiene fuerzas físicas ni mentales para salir de la cama; una persona a quien le cuesta coger aire porque eso es señal de estar vivo? Ella sabía que era cierto, o se dejaba morir o destinaba su atención a otros pensamientos ajenos a su realidad. 

Entonces, decidió leer, porque ver una serie no ocupa la misma atención que la que requiere leer. Buscó en una de esas páginas de Internet que aseguran tener el listado de libros que debemos leer antes de morir y eligió el que más le gustó, un libro que quizá le resultaba familiar porque es un clásico de la literatura inglesa: Jane Eyre de Charlotte Brontë.

Puede parecer absurdo, pero rápidamente lloró, rio, se agitó y enfadó como lo hacía la protagonista, sintiéndose así acompañada, imaginando un mundo donde la superación era posible; difícil, aunque posible. Desde entonces, supo que no iba a ser fácil pero que iba a poder seguir adelante en su vida. Gracias a esta lectura, le fue posible una evasión a otro contexto donde existía la esperanza. 

Y es que a veces, simplemente, terminamos un libro, pero, en ocasiones, el libro termina con la versión de la persona que lo comenzó a leer.

 

Laya Centelles (pseudónimo)

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