DE AYLA CHASCO PARA LOUISA MAY ALCOTT
Querida Louisa:
Mi nombre es Ayla Chasco. Imagino que no soy la única persona que se dirige a usted para escribirle acerca de su obra Mujercitas; no obstante, no he podido resistirme a hacerlo.
Lo cierto es que hacía años que sabía que tenía que leer su libro, puesto que soy una amante de los clásicos literarios, más aún cuando estos gozan de un carácter romántico y revolucionario al mismo tiempo. No obstante, no fue hasta hace un año cuando supe que era el momento de hacerlo. Una famosa editorial sacó una colección de obras clásicas escritas por mujeres, cuya presentación era preciosa y me transmitió toda la belleza y la calma que puede presentarse en apenas una portada. Desde el primer momento me cautivó y, aunque quería dosificar la obra para disfrutarla durante un tiempo, fue imposible tratar de resistirme a leerla en menos de dos o tres semanas. Recuerdo que me costaba salir de la habitación o visitar a mis amigos cuando solo quería quedarme atrapada por un breve, aunque intenso instante, en la vida de las hermanas March.
En primer lugar, la descripción de los personajes y el trabajo invertido en ellos es tan preciso, que una puede llegar incluso a empatizar con aquellas figuras con quienes menos simpatiza (como es mi caso con Amy). El ritmo parece armonizar a la perfección con las descripciones, y hace que las páginas pasen mientras que nos encontramos en un espacio histórico y temporal completamente distinto al nuestro, aunque sumidos en una inmensa comodidad. El lector puede llegar no solo a imaginar los rasgos físicos más característicos de los protagonistas, sino que puede sentirse cerca de los personajes, como si su historia sucediese en su propia piel.
En segundo lugar, los valores que transmite la historia son, en mi opinión, trascendentales. La fortificación del vínculo familiar en momentos de escasez; el amor y comprensión a través de la simple, pero a su vez complicada acción de escuchar; encontrar la felicidad incluso en los rincones más pequeños o la importancia de luchar por aquello que nos apasiona. La forma de tratar estos principios es sutil durante todala obra y, a su vez, estos logran bucear bajo la piel de las hermanas March y hacer más que visible una evolución personal en todas ellas.
Seguidamente, he de hablar del que ha sido el personaje más fascinante de su obra: Jo. No debemos olvidar que su obra fue redactada en 1868, donde ya las actuaciones eideas de Josephine podrían considerarse revolucionarias. Deshacerse del cabello y vestir pantalones pueden parecer acciones sin importancia, pero debemos de tener presente el papel que la mujer desempañaba en dicha época, así como debemos tener en cuentala presión social a la que estaba (y está sometida). A su vez, Josephine March explotará su potencial como escritora a lo largo de la historia, donde lucha por conseguir un lugar en un ámbito donde predominan los hombres, a pesar de los cientos de imposibles que se han ido tejiendo en su cabeza. Finalmente, no solo escribirá una obra que será encuadernada y editada, sino que se siente orgullosa de ella misma, al igual que lo estamos todos los lectores. Josephine sabe escuchar a su corazón y es dueña de sus propias acciones, pensamientos y decisiones. Es una chica fascinante a la par que inspiradora.
A pesar de toda mi admiración, he de admitir que me siento descontenta con el final del libro. En mi opinión, Amy no debería de haber acabado con Laurie, pues son dos personas con corazones e intereses completamente diferentes, si bien es cierto que Amy tiene una gran evolución a nivel personal durante la obra. No obstante, Jo y Laurie comparten una conexión especial, tal y como este último le confiesa a Josephine y ella, aunque tarde, corresponde ese sentimiento. Si he de ser sincera, esperé toda la novela a que su amistad concluyese en un épico romance, no la clase de amor propio de 1868 o el de ese amor de hoy en día basado en principios y costumbres más bien dañinas, sino en un amor basado en la admiración mutua y el respeto recíproco mediante el que fue floreciendo su amistad.
En definitiva, Louisa, su obra es una de esas historias que logra llegar al corazón de cualquier persona y, por consiguiente, hace que volteemos la última página sumidos en un mar de lágrimas. Como lectora, he de decirle que esas son las mejores obras, aquellas que nos hacen sentir cada palabra redactada con cada uno de nuestros sentidos, aquellas que nos dejan una extraña sensación de vacío y tristeza cuando cerramos la tapa por última vez. El tiempo seguirá escapándose de nuestras manos eternamente, pero su libro siempre perdurará en nuestra memoria.
Un fuerte saludo,
Ayla Chasco Arriarán.
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