LECTURA ANALÓGICA VS. LECTURA DIGITAL
El presente artículo es un resumen del artículo de Jose Antonio Cordón García y A. Olivia Jarvio Fernández: “¿Se está transformando la lectura y la escritura en la era digital?”, Revista Interamericana de Bibliotecología, 38(2), 2015, pp. 137-145. Disponible en: https://www.redalyc.org/html/1790/179038631005/
Con los progresos tecnológicos que se han dado en los últimos años y que siguen avanzando a una velocidad cada vez mayor, la lectura y la escritura han experimentado ciertos cambios que hacen que se diferencien de la lectura y la escritura tal y como la entendíamos tradicionalmente. Alberto Manguel en Una historia de la lectura (2005) describe la lectura tradicional como “lenta, profunda, individual, exige reflexión”, a diferencia de la lectura digital, que es superficial, pero sin embargo muy eficaz para la búsqueda. Los textos digitales presentan una gran facilidad tanto para ser adquiridos como para ser eliminados, un problema que nos hace cuestionarnos la perdurabilidad del texto digital en un futuro. Por el contrario, el libro impreso es una obra integral que reúne la estética y la apariencia con el objeto en sí, y la posibilidad de ser manipulado.
Tras esta comparación, el libro impreso parece tener un mayor y mejor porvenir que el texto digital si pensamos en mantener la información relevante del mismo en el tiempo, sin embargo, en cuanto a accesibilidad y facilidad de obtención y circulación, el texto digital se posiciona por encima del impreso. Por otro lado, el texto digital no motiva una lectura meditada como sí lo hace la lectura tradicional, sino que es una lectura rápida, con distintos estímulos como sonidos, enlaces e imágenes que van construyendo una telaraña en la que el usuario lector queda atrapado. El texto tradicional no requiere de ninguna “capacidad extra” para su lectura, simplemente basta con saber leer, sin embargo, la lectura digital exige un conocimiento de las nuevas tecnologías y un desarrollo de diversas formas de lectura, así como la búsqueda de información. Esta forma de lectura viene motivada por el “hipertexto”, que permite la conjunción de varios documentos dentro de un mismo texto.
El nuevo lector de la era tecnológica desarrolla de forma natural una participación en el texto más dinámica, donde el lector es capaz de elegir el orden de lectura creando una secuencia textual en función de sus propios intereses. Cassany, en Tras las líneas sobre la lectura contemporánea (2006) afirma que el discurso electrónico ofrece al usuario la opción de construir su significado, lo que le da aún más fuerza a la idea de los múltiples sentidos del nuevo texto, un mismo texto podrá interpretarse tantas veces como el lector desee.
Al igual que se va conformando una nueva forma de lectura, la escritura irá siguiendo los mismos pasos, esta nueva escritura permite al lector una comunicación mucho más cercana, que se aproxima casi a lo oral, aunque la “conversación” se lleva a cabo frente a la pantalla y no cara a cara. Los chats o los foros son el mejor ejemplo; cuando hablamos con una persona sin una pantalla de por medio no planificamos lo que queremos decir, igual pasa cuando nos escribimos con alguien en un chat o red social: cometemos errores, realizamos intervenciones inmediatas, errores, pausas e incluso autocorrecciones.
De la misma forma que se va construyendo una nueva forma de lectura y escritura, todo ello irá acompañado de un nuevo público lector, más afin a las nuevas tecnologías. Este nuevo público lector lo conformarán en su mayoría los jóvenes, quienes ya han nacido con esta nueva forma de lectura y escritura emergente, y que, por lo tanto, tendrán mayor facilidad para desarrollarlo. Prensky acuña un nuevo término para referirse a este grupo de jóvenes: nativos digitales.
“Los nativos digitales son multitarea, con estructuras neuronales específicas que los convierte en pensadores sofisticados […]” (Martínez, E.: “La comunicación digital: nuevas formas de lectura-escritura”, 2010).
Puede haber cierta preocupación de aquellos que optan y han optado por una lectura tradicional, al pensar la imposibilidad de adaptarse tan rápido a esta nueva forma de lectura y escritura, sin embargo, el cerebro humano tiene una gran capacidad para cambiar y adaptarse, incluso para “reprogramarse”. Su plasticidad permite incluso adaptaciones a nivel biológico. La lectura no es algo que sepamos de forma instintiva, sino que aprendemos a leer, y la forma en cómo se va desarrollando a través de medios o tecnologías ayuda a conformar los circuitos neuronales.
Astrid Castro Vergara
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