CARTA A ENRIQUE JARDIEL PONCELA
Estimado Don Enrique Jardiel Poncela:
Soy una estudiante del Grado de Humanidades en la Universidad de Alcalá de Henares. Mi nombre es Ana González del Villar y el motivo por el que me dirijo a usted es el siguiente:
En primer lugar, me gustaría expresar la enorme admiración que siento por usted y por su obra. Con la lectura de ellas he pasado momentos muy gratificantes. Me han sorprendido, me han hecho sonreír y también reír a carcajadas. Sus páginas me han transportado a lugares, situaciones maravillosas, inverosímiles y fantásticas a veces… y siempre me han hecho soñar.
Sólo el hecho de pronunciar su nombre me hace sonreír y sentir una gran felicidad. A mi mente viene el recuerdo de las horas que tanto he disfrutado con su lectura. Sus personajes son tan entrañables que es muy fácil encariñarse con ellos, cobran vida y han llegado a formar parte de todos los que hemos tenido el privilegio de leer sus historias.
Sus relatos sentimentales, románticos y a la vez divertidos me han dado un enfoque nuevo de la vida, del amor y de las relaciones. Cada momento de lectura ha sido único. Como usted dijo de sí mismo: “Con respecto al carácter, soy un sentimental y un romántico incorregible”. “Pertenezco, aun cuando tal declaración produzca cierta extrañeza, al grupo de los de - la vieille boutique romantique”.El humor y el estilo que nos ha aportado su obra siempre quedará con nosotros; un sentido del humor tan especial que nos transforma y ya después nada es igual. En mi opinión, deberíamos conservarlo como una joya porque hoy en día no es muy frecuente. Se trata de un humor personal, único e inédito que nos ayuda a mirar el mundo con otros ojos.
La primera obra suya que leí fue “Eloísa está debajo de un almendro”; yo tenía trece años, me encantó y me atrapó porque estaba llena de misterio. Conocí esta obra porque me pidieron que la leyera en la asignatura de lengua cuando estudiaba en la E.S.O., por lo que estoy muy agradecida. A partir de entonces continué leyendo más obras suyas. Me gustó particularmente “¡Espérame en Siberia, vida mía!” por sus aventuras e inquietante suspense que capta la atención del lector hasta la última de sus páginas. No puedo dejar de nombrar “Amor se escribe sin hache”, “Usted tiene ojos de mujer fatal” y otras con las que tanto he disfrutado.
Finalmente, sólo me queda agradecerle el magnífico legado que ha dejado a la literatura española. En nombre mío y en el de todos sus lectores nuevamente le doy las gracias por las horas de lectura tan estupendas y divertidas que nos ha proporcionado.
Un afectuoso saludo.
Ana González del Villar
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