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La Biblioteca de Barcarrota

La Biblioteca de Barcarrota

No muy lejos de mi casa, aunque ya en la provincia de Badajoz, se sitúa la localidad de Barcarrota, un pequeño pueblo que, si dejamos a parte haber sido la cuna del conquistador Hernando de Soto, pasa inadvertido como uno más en los Llanos de Olivenza. Al menos esto era así hasta hace unos años, cuando se descubrió la biblioteca de los libros emparedados. No conocía este hecho, quizás debido a mi corta edad cuando ocurrió, así que he indagado algo sobre el mismo. 

Y es que fue en 1992, en el mes de agosto, cuando durante las obras de reforma de una vivienda de este pueblo se hallaron emparedados diez libros impresos y un manuscrito del siglo XVI. Los libros encontrados pueden situarse en un arco temporal que va desde 1525 a 1554 y tienen en común su carácter heterodoxo. Se trata de obras comprometedoras por sus contenidos o por su autoría, includias mayoritariamente en los índices inquisitoriales de libros prohibidos de la época.

La mayor joya bibliográfica del hallazgo es, sin duda, El Lazarillo de Tormes, impreso en Medina del Campo (Valladolid) en 1554, una edición desconocida hasta el momento, siendo la primera en editarse facsimilarmente en julio de 1996. Entre los libros secretos también se encontraba el amuleto conocido como La nómina, realizado en el siglo XVI (23 de abril de 1551) en Roma y perteneciente al portugués Fernão Bradão, como consta en la orla exterior del documento: FERNAOM BRAMDAOM PORTVGES DEVRA SIGNOR DE SAOM M(ARC)OS INGENIORVM CACVMEN. La nómina lleva un texto en latín, cuya traducción es:

«Dichoso tú que has creído en mí, sin haberme visto. Porque de mí está escrito que los que me han visto no creerán en mí y que aquellos que no me han visto creerán y tendrán vida. Mas acerca de lo que me escribes de llegarme hasta ti es necesario que yo cumpla aquí por entero mi misión y que, después de haberla consumado, suba de nuevo al que me envió. Cuando haya subido, te mandaré alguno de mis discípulos que sanará tu dolencia y os dará vida a ti y a los tuyos».

Junto a la joya de nuestra literatura picaresca y la curiosidad señalada entre los libros emparedados se encuentran también un manuscrito italiano de contenido erótico, un pequeño tratadito de exorcismos, un ejemplar único de la Oración de la Emparedada en portugués, una edición latina de la Lingua de Erasmo o un tratado de quiromancia, además de otros ejemplares.

La casa en la que se hallaron todas estas obras fue propiedad del médico Francisco de Peñaranda, judeoconverso, quien había nacido en Llerena, un lugar donde el número de judíos fue muy elevado y donde se implantó una sección del cruel Tribunal de la Inquisición. El acoso del Santo Oficio debió forzar la marcha de Francisco de Peñaranda a Barcarrota, primero, y a Olivenza , después, donde existía igualmente una numerosa comunidad judía y donde la actividad inquisitorial, por el contrario, era algo más benevolente. Pero antes, y debido al miedo a que se descubrieran sus libros prohibidos, el médico decidió esconderlos tras una tapia en su casa de Barcarrota. Nos encontramos, por tanto, ante una biblioteca clandestina, escondida, lo que explica que estos libros prohibidos hayan pervivido durante varios siglos tras una pared de una vivienda particular y sólo por casualidad hayan sido descubiertos.

Juan Jesús G. C.

1 comentario

Diana Tejón Pérez -

Podría resultarnos sorprendente, desde luego, la imagen de unos sencillos libros emparedados, obras incluso tan comunes hoy como el Lazarillo de Tormes encontradas tras una pared.
Sin embargo, este mismo hecho nos demuestra el gran poder que puede llegar a tener una obra literaria. Debe ser cierto, desde luego, que lo tiene si tenemos en cuenta que todo organismo deseoso de un poder autoritario en la historia, ha necesitado para ello controlar al máximo la producción y la difusión de la literatura. Así, no solo las quemas de libros desde la Roma Imperial a la Inquisición Católica, o los índices de libros prohibidos nos muestran esta necesidad de control, sino también la misma creación de bibliotecas pertenecientes al estado o a instituciones eclesiásticas ofrecen una selección de la literatura que contienen, que, por supuesto, ha coincidido tradicionalmente con la ideología que se deseaba transmitir.
Y es que un texto tiene tal riqueza que es capaz de contener ideas, metáforas, sutilezas, trasfondos...al fin y al cabo, elementos que pueden contener armas muy peligrosas contra un poder autocrático.
Ello no nos debe llevar a pensar sólo en la piedad que podemos sentir hacia personas como Francisco de Peñaranda, que sufrieron esta profunda falta de libertad, debemos además tener en gran estima la lectura, como fuente del espíritu libre y crítico que escondemos dentro, y que debemos conservar y potenciar.

He encontrado, por si a alguien le interesa, la edición de Burgos de 1554 del Lazarillo de Tormes, por si alguno se anima a leerla, para mí es una novela excepcional:

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2013/La-vida.PDF
Saludos