¿POR QUÉ LOS UNICORNIOS NO SE QUEDAN CON NOSOTROS? CARTA A ANA MARÍA MATUTE
Admirada Ana María Matute:
Me gustaría felicitarla por haber ganado el Premio Cervantes. Todos los que seguimos su trayectoria nos alegramos muchísimo de ese triunfo que sentimos cercano, casi tanto como los personajes que pueblan sus obras.
Lo cierto es que hasta hace poco nunca había leído un libro suyo (y eso que me los habían recomendado en numerosas ocasiones). En cierto modo, los libros vienen a nosotros como las cosas importantes de la vida…, por eso hay que estar preparados para atender a su llamada. Paraíso inhabitado llegó a mis manos el año pasado, cuando fui a una biblioteca para buscar una novela que refrescase mi verano. Leí las primeras páginas (nunca suelo mirar la contraportada de los libros, lo mejor es leer directamente las palabras del autor) y pronto me vi sumergida en el mundo de Adriana. Me identifiqué tanto con ella, que me sorprendí a mí misma sonriendo mientras leía. Era el tipo de sonrisa que suele emerger cuando te encuentras con alguien que te entiende sin necesidad de que te veas obligada a dar mil explicaciones que no harán más que volver difícil lo sencillo.
Adriana halló una gran fuente de comprensión en Eduarda, una mujer fuera de lo normal, que es todo un ejemplo a seguir, porque se muestra tal y como es, con sus particularidades. Hay que ser muy valiente para ser uno mismo. El misterioso silencio de Adriana, que a menudo preocupa a su madre y que forma una muralla entre el mundo y ella, se rompe cuando ve que puede comunicarse con alguien, cuando sabe que sus palabras van a ser escuchadas de verdad.
Los sueños también se concentran en la noche (no sé por qué siempre relaciono el silencio con la noche), porque es cuando estamos más abiertos a la fantasía, perdemos la férrea noción de la realidad y los prejuicios nos abandonan durante unas horas. Creo que por eso a Adriana le gustaba pasearse en ese momento del día, porque no había ruido, podía soñar tranquila y descifrar aquellos secretos que se camuflaban en la monótona rutina. Los unicornios no se muestran a plena luz del sol…, tienen su instante.
¿Pero por qué no se quedan con nosotros? ¿Por qué se tienen que ir tan rápido? A lo largo de la obra me pregunté por qué Gavi tenía que desaparecer tan pronto, ¿es el sino de los unicornios? Yo no quiero pensar que se van (en esto tal vez delate el idealismo de mis diecinueve años), quiero creer que permanecen a nuestro lado. Aunque tal vez eso es lo que les hace tan especiales. La belleza de lo inalcanzable nos cautiva.
Por favor, Ana María, no deje nunca de escribir y continúe haciéndonos soñar con sus historias. Para todos los que aspiramos a ser escritores algún día, es todo un modelo a imitar, no sólo por el éxito bien merecido que ha alcanzado, sino también por conseguir que las personas se emocionen y vivan con intensidad en un mundo que no ha sido creado por ellos, pero al que se sienten muy unidos, como si hubiera estado siempre ahí esperándonos…
Un beso,
Guiomar Matarranz.
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