¿Qué es un libro?
¿Qué es un libro? Al leer esto más de uno pensará que la pregunta es una estupidez. La RAE lo define en su primera acepción como “Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen”. Me imagino que tú, lector/a, que continúas leyendo esto, habrás pensado más o menos algo similar.
Sin embargo, con esta explicación nos quedamos únicamente en lo superficial, en lo de fuera, como si al hablar de una persona importante para nosotros/as, hiciéramos referencia exclusivamente a su físico. Porque, reconozcámoslo, los libros son importantes en nuestra vida y están muy presentes en ella, más de lo que alguno/a pueda llegar a imaginar.
Para seguir desentrañando el significado de ese objeto que puebla los salones de las casas, las bibliotecas o las aulas, creo que es necesario reformular la pregunta inicial. En ocasiones, para obtener mejores respuestas es necesario cambiar las preguntas, así que me pregunto qué significan los libros para aquellas personas que los leemos, qué son para nosotros/as esos objetos que nos rodean. Creo que hay tantas respuestas posibles como personas en el mundo y todas ellas serían correctas, por lo que, humildemente, procedo a ofrecer la mía.
Pienso en los libros como un medio de transporte con el que poder viajar a otros lugares. A veces nos llevan a sitios que nos son próximos físicamente, mientras que otras nos llevan a espacios remotos que nos parecen inalcanzables. Puede que ya hayamos estado en ellos o que por el contrario nos gustaría visitarlos por primera vez. Los libros nos permiten viajar a lugares reales o dar rienda suelta a la imaginación y entrar en nuevas dimensiones, en nuevos mundos que solo existen porque alguien los imaginó una vez y ahora tú también los imaginas. Cuántas veces hemos anhelado escapar y transportarnos a esas realidades carentes de verdad.
Y es que poder viajar con ellos también nos permite vivir otras vidas ajenas y diferentes a la nuestra. Los personajes nos llevan a experimentar situaciones de todo tipo: tristes, sorprendentes, agradables, extrañas… Situaciones, algunas de ellas extraordinarias, que vivimos a través de otras personas y que de otra manera no podríamos experimentar. Porque cuando leemos un libro podemos ser lo que nosotros queramos: policía, espía, ladrón, cantante o poeta. Somos nosotros los que decimos quiénes queremos ser, en quién nos queremos convertir. De alguna manera es como soñar despiertos, pero pudiendo controlar aquello que soñamos.
Los libros son objetos que provocan emociones porque las palabras son tan poderosas que tienen la capacidad de remover todo lo que llevamos dentro. Pueden hacer que sea imposible contener las lágrimas; pueden provocar una risa que resuene en todas partes, que sea contagiosa, o resucitar sentimientos que creíamos exterminados; pueden convertirnos en niños de nuevo o hacer que perdamos la cabeza; pueden poner nuestro mundo patas arriba o hacer que volvamos a la casilla de salida.
Creo que los libros tienen un componente humano que nos hace tratarlos como personas. A veces los juzgamos por el exterior en lugar de detenernos a mirar adentro. Algunos nos gustan, otros simplemente no; algunos nos sorprenden, otros nos decepcionan. Con unos sentimos un flechazo nada más verlos, con otros nos lleva más tiempo establecer una conexión. En ocasiones nos cambian la vida, mientras que en otras pasan por nuestras manos sin dejar huella. Los libros forman parte de nuestra existencia al igual que las personas. Y como sucede con ellas, estos tienen un timing, un momento para aparecer en nuestra vida que a veces no es el adecuado. Pueden surgir en el momento justo y ser la cura que necesitamos o llegar en un instante equivocado, que nos hace tratarlos de una manera que no merecen.
Esa parte humana se hace mucho más evidente cuando relacionamos ambas partes: libros y personas. Al igual que asociamos determinados momentos de nuestra vida con la gente que nos acompañó, cuando evocamos una lectura también recordamos a aquellos que nos rodeaban mientras la leíamos. Nos acordamos de aquel que nos recomendó el libro, la persona que nos acompañó a comprarlo, quien nos lo regaló; nos acordamos de quienes nos enseñaron a leer, los que con paciencia estuvieron a nuestro lado durante todo el proceso; nos acordamos de quienes nos empujaron a leer, de aquellos que nos hicieron amar la lectura.
A pesar de todo lo que provocan los libros en nosotros, creo que uno de los aspectos más importantes es que en sí mismos son un instrumento para alcanzar la libertad. Porque los libros nos dan acceso al conocimiento y a su vez nos abren la puerta de la opinión, del pensamiento crítico, ese que nos impide ser fácilmente manipulables. Libertad y libros siempre han ido de la mano. Hace más de cuatro siglos Cervantes ya hablaba de ello a través de su querido don Quijote: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Así que sigamos leyendo, sigamos siendo libres.
Ya sabes qué son los libros para mí. ¿Y para ti?
Ángela Tradacete Torresano
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