Blogia
AEDO

LA EXPERIENCIA DE LEER

LA EXPERIENCIA DE LEER

En honor a C. S. Lewis.

El otro día –un día común, como tantos otros- en una conversación –también común, como tantas otras- se me preguntó acerca de esta asignatura de la que casi nadie ha oído hablar. "¿Historia de la lectura? ¿Y eso de qué va?". Entonces, tras varios intentos de explicar llegó un momento de esos en que te encuentras entre la espada y la pared y no sabes contestar con una negativa. "¡Ay, pues tengo un libro de C. S. Lewis sobre la lectura! Si quieres te lo presto, se titula La experiencia de leer". Y ni a esta persona ni a este autor ¡ni a este título! podía decirles que no (a pesar de la inmensa lista de espera que tengo –libros inacabados, olvidados, dejados de lado…-).

C. S. Lewis es uno de los grandes. Creo que, objetivamente, nadie puede negarlo. Y para mí fue un honor aceptar leer uno de sus ensayos. Y, aunque lo cierto es que, desde siempre, la lectura de este tipo de literatura me ha parecido tediosa, esta vez fue diferente. Sentía que "tenía" que leerlo. Que me iba a abrir los ojos a otro modo de entender la lectura. No obstante, al abrirlo me di cuenta de que iba a ser "juzgada". No en el mal sentido de la palabra. No por el autor, al menos. Sino por mí. Con este libro, que aún no he terminado, estoy descubriéndome a mí misma como lectora. ¿Soy de lo que Lewis llama "minoría"? ¿Soy una "mala lectora"? (seguramente Lewis diría que sí) ¿Soy una lectora "egoísta"? ¿Qué es un "mito"?

Acabando como estamos ya este curso, quiero agradecer al profesor C. S. Lewis que me haya dado justo ahora la oportunidad de ponerme frente a un espejo para que vea mi trayectoria como lectora. En primer lugar, el profesor Lewis realiza una división de lectores. Hace bien, me parece a mí, en clasificar. Aunque muchos puede que nos veamos señalados y nos demos cuenta de que no somos tan buenos lectores como creíamos que éramos. Es interesante, sobre todo, cómo habla de la dicotomía entre el "buen gusto" y el "mal gusto". También habla de personas con "sensibilidad literaria", que buscan esos momentos de intimidad con el libro, y personas que, por el contrario, carecen de ella. Ser o no un buen lector o, al menos, el buen gusto, no es algo que reside solo en lo estético, sino en algo más profundo.

En definitiva, y saltándome (con pena) dos capítulos del ensayo, quiero hacer algunas referencias a lo que piensa C. S. Lewis acerca de cómo lee el mal lector. Él dice que "atravesar las palabras para llegar a algo no verbal y no literario no es una mala manera de leer". Pero, ante aquellos escépticos que aleguen: "¡En un poema las palabras que hay son lo que son!", Lewis también tiene algo que decir: "(…) no cabe duda de que las palabras que lo integran deben significar. Una palabra que sólo fuese y que no significase no sería una palabra".

Lewis siempre tiene algo que decir para todo y para todos. Y es bastante acertado tanto en firmeza de opinión como en estabilidad de argumentos. No voy a alargar mucho más esta entrada en el blog describiendo cada característica que Lewis señala del "mal lector". Quizás sí he de destacar que entre ellos, entre los malos lectores, cuenta a los ávidos lectores de noticias. Un mal lector, además, haría este tipo de preguntas –que, seguramente, a más de uno "nos suenan"-: "¿Pero la letra es grande o pequeña? ¿Hay mucho diálogo o hay demasiada narración y descripción?". Seguro que somos muchos los que hemos caído en estos errores antes de ponernos a leer un libro. O la típica queja omnipresente en tantos casos: "Es que hay demasiadas descripciones. Es muy lento…". O como muchos niños/as ya "mayores" cuando les regalan un libro dicen: "¿Pero no hay dibujos?".

Me he limitado a poner unos pequeños ejemplos de lo que C. S. Lewis explica en su ensayo. Es duro, pero Lewis hace también de las "tiras" (cómics) otra crítica: "[el mal lector] (…) no valora el buen estilo. Por eso, también prefiere el mal estilo. Los dibujos de las tiras no necesitan ser buenos (…), cualquier persona u objeto ha de poder reconocerse en ellos de inmediato y sin esfuerzo". El mal lector cree que "la mejor expresión de un fenómeno o de una emoción es el cliché más gastado: porque permite un reconocimiento de inmediato". Es decir, podríamos afirmar que el "mal lector" tiende a la "ley del mínimo esfuerzo".

Antes de finalizar, pues me he alargado demasiado en contra de mi propósito, quiero señalar un concepto nuevo que he aprendido leyendo este ensayo: el de "fanáticos del estilo". Son aquellos obsesionados por la palabra, por el estilo… por la ¿mala? construcción de una oración. La dura crítica que Lewis hace a estos lectores puede encontrarse en la página 40 del libro. Básicamente, estos "fanáticos del estilo" serían unos "insatisfechos" que ni siquiera aplican lo que ellos exigen a sus propios textos.

Quiero acabar agradeciendo al que haya leído estas líneas y pidiendo perdón por no señalar más reflexiones de Lewis que creo bastante enriquecedoras para nuestra asignatura de Historia de la lectura. Invito a todos/as a que leáis este ensayo. Son muy pocas páginas (sé que esto lo criticaría Lewis) y se lee en poco tiempo (y esto seguramente también). Pero creo que es un "manual" sencillo y básico que puede ampliar nuestras miradas sobre la lectura en varios aspectos. No solo habla de malos y buenos lectores. También trata acerca del mito, de la fantasía, del realismo…

Termino también agradeciendo a C. S. Lewis lo que me está suponiendo la lectura de su libro y rindiéndole honor extractando una pequeña parte del "Epílogo" del mismo:

La experiencia literaria cura la herida de la individualidad, sin socavar sus privilegios (...). Cuando leo gran literatura me convierto en mil personas diferentes sin dejar de ser yo mismo (...). Aquí, como en el acto religioso, en el amor, en la acción moral y en el conocimiento, me trasciendo (...) y en ninguna otra actividad logro ser más yo.

Patricia de la Fuente Castelbón

0 comentarios