¡Por fin libres!
Encerrados, y sin que pudiesen pedir ayuda a pesar de todas las palabras que sabían.
Pasaban las horas que se fueron convirtiendo en días, y a su vez en meses y años.
Habían perdido ya casi la esperanza de ser rescatados, se daban por olvidados, menos mal que estaban juntos unos con otros y eso les había mantenido fuertes y unidos.
Por fin un día, sin más, sintieron como el calor de unas manos y la voz llena de juventud les devolvía a la vida.
Habían abierto sus páginas y comenzaron a leerles en alto, la escuela estaba de nuevo abierta....
Beatriz Lizcano Piquer
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