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La dama incomprendida

La dama incomprendida

Nos encontramos en el siglo XIX, en plena revolución industrial. Soy una mujer trabajadora de España, de un pequeño pueblo manchego. Me he tenido que mudar a la ciudad para poder tener alguna oportunidad y ayudar a mi familia, aunque sea desde muy lejos.

Un buen día, llegó a mis oídos que en Estados Unidos había tenido lugar una manifestación, para poder reclamar una justa igualdad de condiciones. Apenas sabía leer, por lo que tuve que esforzarme por aprender y poder leerles el artículo a mis padres cuando les viera. Era algo complicado, pues apenas me alcanzaba para sobrevivir, pero comprar los periódicos merecía la pena, aunque fuera sólo para ver la incredulidad de mis padres al descubrir que sí era posible luchar, aunque nos costase la vida.

Al fin lo logré, aprendí a leer en voz alta, haciendo realidad mi sueño de leer para mis padres y mostrarles que aún había esperanza. He de decir que este artículo me cambió la vida. El aprender a leer, entender lo que las palabras describen... todo ello me ayudó a entender que aquella era una forma más de lucha, una forma más de difusión de nuestras ideas.

Como es común en esta época, me casé joven, y tuve suerte, pues mi marido sí considera que las mujeres somos personas. Él estaba al tanto de los sucesos, y me vio haciendo esfuerzos por aprender a leer. No me enseñó, me dejó aprender sola, sabía que podía. Visto esto, hablé con él y le propuse que hiciera alguna publicación en un periódico, ya que a él sí le iban a escuchar por ser hombre.

Al principio vaciló pero, al poco, aceptó. Como hombre en un mundo de hombres, creyó que él iba a tener más influencia, pero que yo la tenía entre las mujeres y me animó a enseñar a leer a otras mujeres en mi misma situación, para que pudieran informarse y tener pensamiento propio. Sólo me puso una condición, que todo esto pasaría cuando yo aprendiera a leer en voz baja, como es habitual en esta época. No me enseñó, pero me dio una pista: leer en voz baja es como pensar las palabras que vemos.

Aprendí con el paso del tiempo, me llevó unas semanas aprender a leer en silencio. Ahora, mi marido hace publicaciones en los periódicos a favor de los derechos de las mujeres y yo hablo con mis compañeras. Ellas, sin embargo, me dicen que es algo utópico, que es bueno que podamos aprender a leer, pero que no vamos a cambiar nada con eso, no lo entendían...

Sucedió una nueva revuelta, esta vez en Europa, haciendo que la historia cambiara por completo con un solo acto y para siempre. Primero se leyó un documento en público. El mensaje llegó a hombres y mujeres, que se atrevieron a juntarse en contra de su opresor, todos juntos. Desde entonces todo fue en cadena, el movimiento feminista iba tomando forma. Aprender a leer nos permitió comprender mejor el feminismo, con la Vindicación de los derechos de las mujeres, escrita el siglo anterior por Mary Wolstonecraft. Este escrito fue nuestro referente para pedir igualdad desde pequeñas y quisimos que nuestras hijas leyeran también para tener la oportunidad de luchar por ello.

A día de hoy, tengo una joven hija luchadora, un hijo que lucha junto a su padre por los derechos de las mujeres y un marido influyente por sus polémicas publicaciones feministas en el periódico; y todo esto, gracias a haber aprendido a leer.

Reyes Martínez de la Hermosa

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