Microrrelatos
Los microrrelatos son un género relativamente nuevo que ha triunfado especialmente en los últimos años. Pero ¿qué ha hecho que triunfen? ¿Qué diferencia hay entre un microrrelato y un poema? Y, lo más importante, ¿qué es un microrrelato?
El microrrelato es un género literario narrativo propio del siglo XXI que se caracteriza por su escritura en prosa y su breve extensión, que ocupa alrededor de una página, aunque la brevedad de este género tiene libre interpretación. En la historia conocemos diferentes tipos de texto que se podrían calificar como microrrelato, como es el caso de los epigramas y epitafios, aunque la diferencia con estos textos es que, a pesar de ser breves, están relacionados con la poesía y el microrrelato está más próximo a la narrativa.
En cuanto a las características del microrrelato, estas difieren de las propias de la novela en cuanto a algunas particularidades. Al tener una extensión tan breve, los personajes no se describen de forma concreta y la estructura es sencilla. Los relatos pueden ser de temática muy diferente, aunque los más comunes son de terror o de humor. La elipsis es otra de las características más comunes del microrrelato, una característica gracias a la cual resulta mucho más sencillo escribir un texto de breve extensión. Por último, una particularidad muy frecuente en el microrrelato son los finales abiertos o que tienen varias interpretaciones, lo que permite que el texto sea más breve y, a su vez, llamar la atención del lector y provocar que, aunque la lectura sea breve, el tiempo que se dedique a reflexionar sobre ella es mayor.
Dentro de género del microrrelato nos encontramos con varios subgéneros, como los nanorrelatos o relatos hiperbreves, que son microrrelatos caracterizados por tener una o dos líneas. La mayoría de los nanorrelatos tiene un significado más profundo de lo que se puede observar a simple vista y abren un gran abanico de debates en cuanto a lo que el autor/a quiere expresar en un texto con tal brevedad.
En cuanto a obras de microrrelatos podemos destacar a Augusto Monterroso y su nanorrelato El Dinosaurio, Espido Freire y su microrrelato Ángeles o La Clepsidra de Javier Puche. Por lo general, los microrrelatos que más llaman la atención son los nanorrelatos lo más breves posibles, ya que estos textos pueden provocar una gran reflexión en el lector o intensos sentimientos en unas pocas palabras. Es curioso cómo se puede conseguir con tan pocas palabras provocar en el lector tanta emoción, miedo o tristeza, sin necesidad de que conozca a los personajes de forma exhaustiva para hacerle empatizar. Esto es posible gracias a que muchos de los microrrelatos tienen libre interpretación, lo que hace que cada lector/a pueda darle su propia lectura según sus sensaciones hacia el relato y su forma de percibir la historia.
Reflexión acerca de los microrrelatos y su triunfo en la Edad Contemporánea
En la asignatura de Historia de la lectura conocemos cómo va evolucionando la lectura y los libros a lo largo de la historia y descubrimos el perfil de lectores/as que hay en cada época histórica. Cuando estudiamos la forma de leer en la Edad Antigua o en la Edad Media nos damos cuenta de que la lectura está reservada para unos privilegiados y orientada sobre todo al aprendizaje. Posteriormente vamos viendo cómo la lectura se hace cada vez más accesible para todas las personas y cómo va evolucionando hacia un entretenimiento y no únicamente un modelo de enseñanza. Aún así, resulta evidente que en la Edad Moderna y principios de la Edad Contemporánea nos encontramos con novelas de gran extensión y con una precisión descriptiva casi abrumadora.
Este triunfo de diferentes géneros y características de la lectura me hace pensar que el microrrelato, tal y como lo conocemos actualmente, no hubiese logrado ser un éxito hasta ahora. Así que, ¿qué es lo que ha cambiado en nuestra sociedad para que un género tan innovador como los microrrelatos funcione? La respuesta, bajo mi punto de vista, es que actualmente vivimos en una sociedad líquida caracterizada por la desvinculación emocional y el ansia por “vivir deprisa”. La forma de vida de nuestras sociedades occidentales hace que tengamos poco tiempo para aficionarnos a la lectura, si es que no tenemos la costumbre desde la infancia y, además, aunque tengamos ese gusto por la lectura, nos cuesta sacar tiempo para dedicarlo a esta tarea. Es por ello que formatos como el microrrelato funcionan, porque permiten al lector/a leer en un periodo corto de tiempo. Además, su capacidad para hacernos reflexionar cumple con un objetivo primordial de la lectura, como lo es hacernos desconectar de la realidad mientras ponemos un poco de nosotros en cada palabra.
“Es ciudadana del mundo, pero no por los aviones a los que sube, sino por las historias a las que viaja.”
Marta Agustino Ruiz.
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