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ESCRIBIR, LEER Y VIVIR EN EL RECUERDO

ESCRIBIR, LEER Y VIVIR EN EL RECUERDO

Todos conocemos a Ana Frank gracias a que escribió un diario que posteriormente fue titulado La casa de atrás en el que narraba sus vivencias durante la II Guerra Mundial y el Holocausto.  

Ella era judía y, por tanto, tuvo que esconderse muy pronto para intentar escapar a la persecución constante del regimen nazi. Pese a estar en unas circunstancias complicadas y siendo conocedora de sus escasas posibilidades para sobrevivir, seguía teniendo deseos a largo plazo. Ella quería convertirse en periodista y fue esta la razón que motivó que empezara a escribir, aunque poco a poco se convirtió en una necesidad: "Me parece que lo mejor de todo es que, lo que pienso y siento, al menos lo puedo escribir, de lo contrario, me asfixiaría completamente" (Ana Frank, 16 de marzo de 1944).

Aunque no tenía mucha esperanza en que fuese a tener éxito en su empresa y pensaba que quizás todo lo que estaba escribiendo en ese momento nunca se conocería: "Supongo que más adelante ni yo ni nadie tendrá algún interés en los exabruptos emocionales de una chiquilla de trece años. Pero eso en realidad poco importa. Tengo deseos de escribir y, ante todo, quiero sacarme algún peso del corazón" (Ana Frank, 20 de junio de 1942). Ojalá poder enseñarle hoy lo equivocada que estaba.

Además de escribir, ella leía, leía mucho. En el poco espacio que tenían en el hogar solían tener libros para uso y disfrute de toda la familia, pero como eran libros de contrabando no podían tener muchos, lo que les obligaba a releer los que ya tenían: "He leído Alegría de Estío por lo menos cuatro veces; y las situaciones burlescas siguen haciéndome reír" (Ana Frank, 21 de septiembre de 1942).

Pero no todos los libros eran para todos los miembros de la familia, los tres jóvenes de la casa estaban centrados en los libros escolares, para evitar ir atrasados en la escuela cuando volviesen a la normalidad, aunque también leían libros de entretenimiento, que eran escogidos por los adultos dependiendo de la edad del lector. Ana solía enfadarse porque la consideraban demasiado niña, y no dejaban que leyese los libros que leían los adultos: "Enseguida se mencionó el hecho de que casi todos los libros de los mayores me estaban vedados. Mamá lee en este momento, Heeren, Vrouwen en Knechten, pero a mí me lo han prohibido; primero tendré que madurar más, como mi «talentosa hermana», que ya leyó esa obra. Se ha hablado también de mi ignorancia; yo nada sé de filosofía ni de psicología. ¡Quizá sea menos ignorante el próximo año!" (Ana Frank, 21 de septiembre de 1942).

Es por esta razón por la que Ana Frank escribía y leía cada día, para que el resto de los adultos no la considerasen una ignorante. Ojalá aprendiésemos todos de ella y tuviésemos las mismas ganas de aprender y de vivir la vida como lo hizo ella: "No quiero haber vivido en vano, como la mayoría de la gente. Quiero ser útil, llevar alegría a los demás, incluso a los que no conozco. Quiero seguir viviendo, incluso después de la muerte" (Ana Frank, 5 de abril de 1944).

Carmen García-Miguel Hernández.

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