EL ENIGMA DE LA HABITACIÓN 622
El enigma de la habitación 622 (Alfaguara, 2020) de Joël Dicker (Suiza, 1985) es una novela de suspense con matices de género negro que ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, el Premio Lire, el Premio Qué Leer y el Premio San Clemente. En la actualidad, cuenta con alrededor de 9 millones de lectores y ha sido una de las claras tendencias del año 2020.
La narrativa utilizada por el Dicker usa el, siempre socorrido, recurso del escritor falto de ideas y motivación para adentrarnos en la investigación de un crimen ocurrido en un hotel de Ginebra unos años atrás al momento en el que se situa la novela.
La trama se nos muestra a través de saltos en el tiempo recurrentes, que nos convierten en testigos de primera mano de los diferentes acontecimientos que desencadenan en el trágico final, el asesinato. Al mismo tiempo de estas acciones, acompañamos también al escritor en su investigación. Dos puntos de vista que nos permiten como observador omnipresente ser conscientes de que, como suele ocurrir, no todo es lo que parece.
Más allá de la tensión creada por el suspense, los giros narrativos, los dobles sentidos y mal entendidos, que en algunos casos llegan a rozar cotas de comedia de enredo, podemos hallar en el trasfondo de la obra ciertas ideas fuerza, que pueden resonar con más o menos intensidad. Podríamos destacar el paradigma de que nunca es demasiado tarde para ser lo que uno realmente quiere ser, lo que incide en cómo las vocaciones, por muy ocultas que estén, llevan a una persona a desarrollar y elegir las actividades que marcan su vida y su personalidad. O también cómo se muestra la felicidad como objetivo y cómo esta difiere según las necesidades de cada personaje, mostrando también, por parte del autor, cómo es el viaje hacía esa felicidad y cómo esta suele no encontrarse en el lugar en el que los personajes creen que la van a encontrar, si no en el rincón exacto que consigue llenar los vacíos de cada uno, ya sean el amor, el reconocimiento, el respeto o la familia.
Lectura evasiva para quien sea aficionado al género, sin enormes grandilocuencias, con un lenguaje cercano y comprensible para el lector. El recurso principal de la obra es la trama y funciona por sí misma sin más aspiraciones. Altamente recomendable.
Daniel Díez Martín.
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