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¡VIVA HOLMES!

¡VIVA HOLMES!

Hay algunos personajes de la literatura que han traspasado la barrera de la ficción y han conseguido el mismo amor y respeto que una persona real. Uno de ellos es Sherlock Holmes.

En el año 1887, Arthur Conan Doyle publicaba su primera historia en una revista sobre un maniático detective londinense y su inseparable compañero, el doctor Watson. El éxito surgió rápido, y tanto el escritor como su personaje fueron rápidamente conocidos mundialmente. Pero ¿qué hacía a este personaje, lleno de manías y de vicios, tan interesante para sus lectores? Tal vez en la misma pregunta se encuentra la solución, y sean esos defectos que el escritor concedió a Sherlock Holmes, los que, en definitiva, le hicieron más humano.

Pero desafortunadamente, llegó un día en el que el gran Arthur Conan Doyle comenzó a sentirse harto de escribir historias de detectives, se había cansado de Sherlock, quería escribir sobre temas de mayor envergadura. En 1893 decidió matar al personaje en un cuento titulado «El problema final», en el que Sherlock y su enemigo Moriarty caían por las cataratas de Reichenbach.

El autor no tuvo en cuenta las consecuencias de esta fatídica decisión y su madre, que estaba en contra de matar al personaje, dejó de hablarle durante una larga temporada. Arthur Conan Doyle comenzó a recibir miles de cartas de admiradores, algunas incluso con amenazas, pidiéndole que devolviese a la vida a Sherlock Holmes. Las oficinas de la revista que publicaban las historias del detective recibieron durante meses grupos de pacíficos manifestantes. En el mundo entero se crearon asociaciones y clubes bajo el lema de ¡Viva Holmes!

Los lectores ganaron la batalla y en 1902 Arthur Conan Doyle volvió a escribir historias sobre Sherlock Holmes y no dejó de hacerlo hasta 1927.

Referencia:

Doyle, Arthur Conan: Todo Sherlock Holmes, 2018, Ediciones Cátedra (Grupo Anaya), Madrid.

 

María González Campbell

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