VIAJAR EN UN "BARCO DE VAPOR"
Realmente nunca sé cómo empezar a escribir y creo que compartir ese pensamiento con quienes me leéis es lo más indicado para empezar este post que es, como podéis ver por el título, una invitación a viajar juntos. No será un viaje en avión, ni en coche, ni siquiera en tren… Vamos a viaja en un barco... En un "Barco de Vapor".
Estoy seguro de que este viaje será nostálgico para muchos de vosotros, como lo es para mí. En las líneas que siguen intentaré que en vuestros recuerdos aparezcan esos pequeños libros que tantísimas horas se han llevado de nuestra vida, ya sea de forma voluntaria o incluso medio forzada (más adelante explicaré esto), aunque es obvio que a tiernas edades hay que dar una especie de “empujoncito” al niño para que entre en el maravilloso mundo de las letras. Esas letras que forman palabras, y esas palabras que forman imágenes en nuestras mentes y nos hacen vivir mil y una historias, recorrer mundos reales o ficticios, conocer y comprender a personas y personajes, distintos o parecidos a nosotros, de cualquier parte del mundo. De todo esto y de muchísimo más tiene la gran culpa esa colección de libros que seguro todos, antes o después, hemos tenido en nuestras manos: la colección de literatura infantil y juvenil "El Barco de Vapor" de la editorial SM.
En mi caso fue en los años noventa, cuando tenía aproximadamente unos siete u ocho años, cuando por vez primera uno de esos libros cayó en mis manos. Estaba cursando el primer ciclo de EGB (Educación General Básica) y la profesora alzó la voz para proponernos una actividad que iba a ser semanal: cada alumno tenía que comprar 4 libros, cada uno de diferente color (blanco, azul, naranja y rojo), y los libros que comprase, además, no podían ser los mismos que los que comprasen los demás compañeros. El porqué de estas instrucciones lo descubriría más tarde. Gracias una lista elaborada por la profesora, y previo sorteo de los títulos consignados en ella, cada uno supimos cuáles iban a ser nuestros 4 compañeros de viaje.
En fin, la actividad era la siguiente: tenías una semana para leer el libro blanco. Una vez pasaba la semana, el viernes, rellenábamos una ficha en la que, si la memoria no me falla, debíamos anotar el título del libro, el nombre del personaje principal, contar qué era lo que sucedía y, por último, darle una puntuación del 1 al 10. Una vez hecho esto, teníamos que cambiar nuestro libro por el de otro compañero, y así sucesivamente, hasta leer todos los libros blancos de la clase.
En ese momento no era consciente, pero ahora, como futuro maestro de primaria y humanista, me doy cuenta de lo que la profesora consiguió gracias a esta actividad: convertirnos en lectores. Empezamos a leer un libro cada semana, pero al poco tiempo ya fueron dos, tres… ¡Creo recordar que llegamos hasta 5 libros semanales! Tenemos que tener en cuenta que la colección blanca estaba destinada a niños que se iniciaban en la lectura: en cada página no había más de cinco ó diez líneas y eran libros profusamente ilustrados con numerosas imágenes muy coloridas y explicativas.
Uno de los aciertos de la colección de "El Barco de Vapor" fue, creo yo, la codificación de sus libros por colores en función de la edad de los lectores. El primer nivel, como acabo de señalar, era el blanco, para niños de entre seis y ocho años de edad, como El domador de monstruos de la gran Ana María Machado. Sin duda, este es uno de mis libros favoritos. Prácticamente llegué a aprendérmelo de memoria, era maravilloso leerlo… Siguiendo con el recorrido de la gama cromática de estos libros, nos detenemos en el color azul. Los libros azules tenían un texto más extenso y un vocabulario mucho más variado y complejo. Recuerdo tener que preguntar alguna palabra a mis padres y apuntarla después en la ficha por no saber aún su significado. Esto me gustaba mucho: me hacía sentir que había aprendido algo nuevo que la mayoría de mis compañeros seguramente desconocían. Ya me entendéis, la competitividad de los niños… Las historias de los libros azules están protagonizadas por personajes muy canónicos, cuya peculiaridad es que viven muchas y diferentes aventuras. De esta serie azul recuerdo especialmente el libro La fábrica de nubes de Jordi Sierra i Fabra.
El tercer nivel de lectura correspondía a los libros de color naranja. Cuando llegabas al color naranja era increíble, ¡porque leías libros de mayores! Te enfrentabas, de este modo, a historias que se volvían cada vez más completas y complicadas en las que aparecían multitud de personajes, escenarios... No puedo dejar de mencionar aquí Fantasmas de día, de Lucía Baquedano. Y finalmente llegamos a la serie roja, compuesta por libros para niños de 10 a 12 años. Es lo que podríamos ya denominar como novelas hechas y derechas, historias que reflejaban la sociedad en la que vivíamos por aquel entonces. En este caso, resulta curioso, no recuerdo ningún título de manera especial. A esas edades ya empiezas a leer más y quizás por ello no retengamos en nuestra memoria de la misma manera títulos, nombres de autores, de personajes...
Me consta que la misma profesora sigue introduciendo a la lectura de este modo a sus alumnos de primaria año tras año con los libros de "El Barco de Vapor". Guardo de ella un recuerdo especial y nunca la olvidaré, aunque seguramente ella ya no se acuerde de mí después de haber dado clases a tantos niños tantos años. Inevitablemente los niños crecen y cambian; sin embargo, ella sigue igual, con la misma sonrisa de hace dos décadas, esa sonrisa con la que nos decía: "Chicos, hoy es el día de la lectura, hoy es el día de las fichas". Metafóricamente, estas fichas simbolizaban para nosotros el billete para emprender la siguiente aventura.
Cada vez que vea un libro de "Barco de Vapor", te recordaré. Y ese recuerdo me llevará a difundir estos libros y tu labor generación tras generación. Espero saber transmitir tu pasión por las letras, tu pasión por las historias, tu capacidad de imaginar con nosotros, de crear aventuras, de inventar finales.
Simplemente y para terminar quiero desde aquí hacerle llegar mi gratitud eterna a esa MAESTRA con mayúsculas. Gracias “seño”. Gracias por hacerme entender que la primera palabra que leemos en una hoja es el primer paso para emprender un nuevo viaje. Por poner la primera piedra de las letras en mí y hacerlo de tal forma que, aun habiendo tomado un pequeño rodeo por las ciencias, hoy estoy aquí, preparándome para ser futuro maestro de primaria y humanista. Si es así, es por ti.
Y cómo no, no podría acabar este post sin dar las gracias a "Barco de Vapor" y a la editorial SM por todas estas aventuras que nos han regalado y nos siguen regalando, por apostar por y confiar en los niños como lectores, por brindarles la oportunidad de leer a grandes escritores nacionales y extranjeros, por hacerles entrar en este maravilloso mundo de la lectura.
Yo voy a continuar con este legado, con esta responsabilidad, con este compromiso. Voy a seguir viajando por las páginas de los libros y a invitar a viajar a otros... ¿Cuál será la siguiente parada?
José Corchero García
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