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ANIMAR A LEER

ANIMAR A LEER

Con motivo del Día del Libro me parece más que oportuno reflexionar sobre el fomento de la lectura en la actualidad. En numerosas ocasiones oímos a padres, madres y profesores/as decir que los niños/as no tienen interés por leer y, a su vez, escuchamos a niños/as, adolescentes y jóvenes cómo confirman dicha falta de interés porque nadie les ofrece lo que necesitan. Pero, ¿por qué es así? ¿Y si en vez de quejarnos todos tanto comenzáramos a hacer algo? Reflexionar, por ejemplo. Saber cómo ha sido nuestro primer contacto con la lectura, cómo hemos aprendido a leer, cómo se ha despertado en nosotros el gusto por los libros, cómo ese gusto puede perderse si no se fomenta a través de iniciativas adecuadas...

El primer contacto que tenemos con la lectura es anterior a lo que podríamos pensar, pues se produce por parte de otros que nos leen, generalmente en el entorno familiar, a muy temprana edad, o en algunos casos más tardíamente con la incorporación a la escuela, en los primeros años de la Educación Infantil. Este es el momento de generar en el niño/a el gusto por los libros y por la lectura. Cuando yo era pequeña, mis padres me leían siempre cuentos. En la escuela Hontanar, todos los niños/as esperábamos con gran ilusión al “hada de los cuentos” que cada miércoles por la tarde venía a clase y nos escondía uno... Al encontrarlo, nos lo contaba...  Dedicar en la escuela un día a leer ayudaría a generar expectación, entusiasmo, deseo, ganas de libros en los niños/as... Cualquiero cuento bien contado es capaz de llamar la atención de los más pequeños. Sólo hace falta encontrar el momento...

En los últimos años de Educación Infantil y en 1º de Primaria se despierta ya la lectura personal: la descodificación de signos, del significado de las palabras y sus relaciones, todo ello con la práctica continuada de la lectura, que permite adquirir una velocidad de lectura media. Si no se dominan estas destrezas, la tarea resultará una actividad dura y aburrida. Soy consciente de que muchas veces el profesor/a se ve solo a la hora de enseñar a leer y que no se puede centrar en cada alumno/a de forma individualizada, pero ahí es donde entra en juego la familia o, en su defecto, con voluntarios (como se hace, por ejemplo, en algunas asociaciones como Pueblos Unidos).  Si un rato al día el niño/a puede leer con alguien, eso supondrá ya un gran avance en su formación y experiencia lectora. No hace falta que lea todo el libro, pues puede resultarle cansado. La persona que le acompañe puede leer algunos fragmentos para ayudarle e incluso desarrollar juegos en torno a la lectura, como el de “Tu boca se equivoca”, que consiste en cometer pequeños errores al leer para que el niño/a oyente se dé cuenta y los corrija, logrando de este modo que mantenga una atención constante.

A la vez que el niño/a aprende la lectura de manera mecánica, es necesario cultivar la lectura comprensiva. Para ello es importante, según han confirmado estudios recientes, pasar del concepto de lectura como un proceso de naturaleza predominantemente pasiva al de la lectura como un proceso de búsqueda de significado en el que los lectores sean eficaces, activos. Es por ello necesario trabajar la prelectura, que consiste en efectuar una preparación preliminar activando conocimientos previos, determinando las expectativas del niño/a sobre el contenido del texto, generando interrogantes y conjeturando respuestas a los mismos. Todo esto ayudará a mejorar la comprensión de los pequeños lectores/as.

Ahora bien, es necesario comprobar lo que el niño/a ha entendido y animarle a ser crítico con su aprendizaje. Las actividades que habitualmente se desarrollan en el aula para adquirir esta destreza solo conducen a respuestas que se pueden obtener extrayendo información del texto sin que realmente haya habido una comprensión real. Propongo, por tanto, que se hagan otro tipo de actividades enmarcadas en un aprendizaje de carácter cooperativo. Por ejemplo, divididos en grupos, los niños/as pueden leer distintos fragmentos y contárselos a los demás, o bien pueden escribir ellos el fragmento -desarrollando así su escritura creativa- y a continuación intercambiarlo con sus compañeros/as para que éstos participen en el proceso modificando algunas frases. Finalmente tendrán que explicar, en voz alta, en qué sentido ha cambiado la historia tras introducir en el texto original las modificaciones realizadas en común.

Cuando el niño/a ya sepa leer sin dificultades, a lo largo de Primaria, es importante seguir fomentando en él/ella el placer de la lectura. Ésta no ha de verse como algo impositivo, sino como algo lúdico. Es bueno contar con diversos recursos en el aula para lograr este fin. Por ejemplo, en mi colegio, el Arquitecto Gaudí, había un proyecto llamado “El club de lectura”, al que considero, en buena medida, responsable de que a mí me fascine leer. En una habitación decorada y acondicionada con suelo almohadillado y cojines, y con las paredes repletas de estanterías con todo tipo de libros, los alumnos/as podíamos acceder a todo tipo de libros en nuestro tiempo libre y en algunas horas pautadas por el centro para el desarrollo de la lectura fuera del aula. Algunos viernes podíamos quedarnos a pasar la noche en la habitación leyendo y comentando libros con otros compañeros/as.  Recuerdo que esta pequeña biblioteca no tenía solo libros, sino también cómics, que atraían a los más recelosos (los que no querían libros sin dibujos). Al compartir nuestras lecturas unos con otros con tanto entusiasmo al final acabábamos leyendo lo que había leído el de al lado...  

Por último, me voy a centrar en los adolescentes, etapa en la que disminuye el ritmo y el hábito lector. Creo que las razones pueden ser varias, en concreto dos: que al aumentar los contenidos curriculares se reduce su tiempo de lectura en los centros educativos; y que los adolescentes rechazan todo lo que sea una imposición y, a menudo, lo que se les obliga a leer les resulta totalmente ajeno a su mundo. Parece mentira que no hayamos interiorizado todavía la idea de que en la adolescencia se presta mucha más atención al grupo de iguales... Esto es algo que debemos saber aprovechar. Una forma de hacerlo es aplicar la iniciativa del Bookcrossing en el propio Instituto. La idea sería que los alumnos/as tuvieran un lugar donde compartir los libros que más les han gustado dejando, por ejemplo, un post-it pegado encima con una breve explicación de por qué lo recomiendan; de este modo, durante todo el curso sus compañeros/as podrían disfrutar de él. Además, cada lector/a podría ir añadiendo más información con sus propios comentarios. Otra iniciativa podría ser el contacto con autores/as participando en debates, recitales, redes sociales, etc. 

Para finalizar, quiero realizar una última invitación. Estoy segura de que todos hemos vivido situaciones relacionadas con la lectura que nos han hecho desarrollar un mayor gusto por ella o, a veces, todo lo contrario, que nos han hecho odiarla. Como futuros maestros/as, padres y madres considero que compartir esas experiencias lectoras podría resultar muy útil para saber qué hacer y qué no. Aunque, por supuesto, cada persona es diferente y entrará en el mundo de la lectura a su manera, hay que conseguir siempre que entre, porque si no se va a perder una de las cosas más fascinantes del mundo... LEER.

 

Helena Gonzalo Badia.

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