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CARTA A LALA JANATA BENNUNA

CARTA A LALA JANATA BENNUNA

Estimada Lala Janata Bennuna:

Le escribo esta carta para agradecerle todo lo que ha hecho y conseguido a lo largo de su vida con respecto a los derechos de las mujeres; mujeres que puedan ser libres para decidir qué rumbo escoger en su vida, que no necesiten depender de un tutor varón que las acompañe a todos lados, que puedan cumplir con sus sueños, esos tan sencillos como son conducir, leer, entrar a una cafetería, simplemente vivir, vivir sin complicaciones… Usted nos ha enseñado que por el mero hecho de pertenecer a la más alta burguesía marroquí no quiere decir que deba acostumbrarse a los lujos y no tener la necesidad de estudiar, o que deba de estar sometida a un hombre en su hogar, complaciéndole; nos ha enseñado que una mujer debe tener sus estudios, su vida, su libertad, su felicidad, y que ello no depende más que de sí misma.

Decidió tomar las riendas de su propia vida, obtener su carnet de conducir, viajar. Decidió con quién casarse sin permitir que le fuera impuesto un matrimonio a la fuerza o por conveniencia. Sin embargo, por lo que la admiro realmente es por su gran corazón y por su forma de ver la vida, esa misma que la llevó un día, mientras regresaba de su peregrinación de La Meca, a visitar Palestina, tierra tan deseada por las tres culturas y que en los años 50 le fue arrebatada a su pueblo para ser entregada a otro; un pueblo que venía de ser maltratado, torturado, perseguido, asesinado… Un pueblo que por ello centró su rabia en los verdaderos habitantes de esas tierras, en los palestinos, que tuvieron que huir de su hogar mientras les arrebataban sus pertenencias, violaban a las mujeres, secuestraban a los niños para venderlos al mejor postor…. El dolor de la Nakba, el éxodo y el genocidio del pueblo palestino; un pueblo al que se privó de su país por elección de los opresores europeos, esos mismos que ocuparon años atrás las mismas tierras, y que decidieron que ahora debían ser de otros, sin tener en cuenta los sentimientos de una nación, sin contar con el pueblo… Unos opresores que se repartieron África y Asia sobre un mapa con regla y lápiz...

Usted pudo ver eso con sus ojos y transmitírnoslo mediante sus obras, y cómo no, mediante su gran revista. Fue una mujer valiente al introducirse en un campo, el del periodismo, dominado por los hombres… Esa revista syuya, Shuruq, que mis abuelas, como otras tantas mujeres, leían en casa, puesto que hacerlo en la calle no era algo normal ante los ojos de ese patriarcado dominante de la época que venían de una situación de lucha por recuperar la identidad árabe, una lucha contra el colonialismo europeo del que tanto costó deshacerse. Sé que su manera de ver el mundo, como realmente es, ha hecho que se aleje de la escritura por largos periodos de tiempo, como ocurrió con la ocupación del Líbano por parte de Israel en 1982; pero también sé que usted no se da nunca por vencida y que siempre tiene ganas de mostrar al mundo la cruda realidad, siempre lucha porque no abandonemos el hábito que tanto nos ha costado recuperar, esa lectura por amor, por ocio o por búsqueda de mera compañía. Pero, al fin y al cabo, el leer porque uno quiere leer.

Le estaré eternamente agradecido por su valentía a la hora de adentrarse en la prensa y dar su opinión sin miedo a ser censurada o detenida en una época donde la mujer, desgraciadamente, no era más que un mero objeto para el placer masculino; pero, sobre todo, por su lucha a favor de la alfabetización del pueblo, por la educación de las mujeres y la fundación de escuelas en zonas rurales para fomentar la lectura entre las jóvenes marroquís que se iban liberando de su velos impuestos por sus familias para así seguir los pasos de las protagonistas de sus obras... Gracias, infinitamente gracias. ¡Qué afortunada es la Unión de Escritores Magrebíes al poder contar con usted!

Con mis mejores deseos, se despide atentamente,

Rida Ezzahif Chahinaoui

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