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UN NUEVO CLÁSICO INSTANTÁNEO, PANZA DE BURRO

UN NUEVO CLÁSICO INSTANTÁNEO, PANZA DE BURRO

Se puede decir que empecé el 2021 con el corazón en un puño, había terminado de leer Panza de Burro (Barret, 2020) justo unos días antes. Como si el 2020 no nos hubiera dejado lo suficientemente indiferentes, decidí leer esta novela debut de la escritora tinerfeña Andrea Abreu (1995). 

No sé muy bien por dónde empezar ya que Panza de Burro no se parece absolutamente nada a cualquier libro que haya leído anteriormente. La trama es sencilla pero con un estilo arrollador que hace que se convierta en una novela complicada de describir, desde mi punto de vista.

Se trata de la historia de dos niñas de 10 años que comparten una amistad, a lo largo de la novela fui viendo como se reflejaban aspectos como la envidia, los celos, los primeros pasos de la infancia a la pre adolescencia, la aparición de los intereses sexuales. Estas dos niñas pasan su verano en un barrio obrero de Tenerife. No quisiera precipitarme, pero creo que la perspectiva desde la que un habitante de la península ibérica pueda imaginarse a dos niñas pasando el verano en Tenerife no tiene nada que ver con lo que realmente se descubre a medida que se lee la novela. La historia tiene un enfoque muy realista. En la propia lectura se intenta mostrar dos mundos opuestos, ese mundo paradisiaco de las Islas Canarias, el que todo el mundo imagina, y el mundo que hay detrás, el de los trabajadores.

Una de las niñas es Isora, ella es la “cabecilla” de esa amistad, un personaje al que realmente puedes llegar a admirar. La otra niña es la narradora de la historia, no sabemos su nombre real si no su nombre de pila “Shit”, el nombre de Shit se lo pone su propia amiga de forma despectiva. La novela recorre magistralmente todas las etapas de la amistad, incluídos momentos de encontronazo que reflejan las dificultades de cualquier relación.

Por otro lado, creo que lo que hace singular a esta novela es la narrativa. La autora no tiene ningún tipo de reparo en escribir coloquialmente, precisamente quiere mostrar la manera de hablar de los habitantes de un barrio obrero del norte de Tenerife. No obstante, esto no quita que la lectura no sea agradable.

A modo de conclusión, el libro me dejó el corazón hecho pedazos pero es precioso. El verano contado por la propia voz y los propios ojos de una de las niñas, el dinamismo del léxico y la ortografía canaria convertida en una lectura fonética, la reflexión de la identidad y de los valores de una niña que va dejando atrás su infancia, ver como esos valores están marcados por el entorno… Todo ello hace único este relato, que puede parecer sencillo pero creo que esconde una indagación bastante profunda de todos esos elementos mencionados. De la misma manera, pienso que puede haber  muchos lectores y lectoras que se pueden identificar con la novela, teniendo en cuenta que también es el reflejo de parte de una generación que ha crecido en condiciones bastante similares. Finalmente, el hecho de que la autora muestre la realidad tal y como es me parece un acto bastante puro y digno de apreciar en determinadas novelas como esta.

Es posible que este libro te deje sin aliento, pero si has llegado hasta aquí te recomiendo, por favor, que lo leas.

Inés Pérez Huerta.

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