LIBROS PARA PENSAR: EL DESPERTAR DE LA SEÑORITA PRIM
Observo de manera muy clara que el concepto de soledad en el ser humano es posmoderno. Creo firmemente que el hombre nunca está solo. O, por lo menos yo, que respiro y vivo un poco “a la antigua”, nunca jamás me he encontrado particularmente sola. Tengo que hacer un esfuerzo inmenso para sentirme de esa forma. Para bien o para mal, no sé, creo que es en la propia intimidad donde descubrimos que en nosotros vive “Alguien” más. Por esta razón, en la época posmoderna en la que nos encontramos (desde mi punto de vista) gobierna la imperiosa búsqueda de un “Yo” interior bondadoso y benévolo, pero al mismo tiempo, ficticio. Un ocurrente entretenimiento que al tiempo que excava el hoyo de la soledad, consigue aislarnos del verdadero silencio interior. Logra ocultar el carácter natural donde estalla de manera ensordecedora la Verdad: donde es obvio que yo, siendo una, siendo única, voy acompañada.
Mientras, la idea de soledad se hace más grande, veo abundantes adversarios del amor por magnificar el “yo”. Observo muchos corazones que no son felices por no haber sido amados de manera plena o por no haber sido nunca enseñados a amar. Pero a amar de verdad, no un: “te exijo que te postres ante todos mis deseos y antojos o si no, es que no me quieres realmente”. Bajo estos disfraces y toda esta apariencia y superficialidad existen corazones que suspiran y ansían un abrazo verdadero, sincero. Desean un: “te quiero por lo que eres, no por lo que me das o demuestras; no me importan tus debilidades”. Creo que hay muchas batallas que ganar: el amor de verdad, la belleza, la sencillez, etc. Lo verdadero está totalmente amenazado.
La ciudad nos distancia de la verdadera existencia. Nos separa de nuestra fuente, nuestra procedencia. La ciudad restringe nuestra relación con la naturaleza, limita nuestra capacidad de asombro. El mundo moderno nos puede llegar a deshumanizar.
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Estas son algunas de las infinitas reflexiones que Prudencia Prim, la protagonista de la novela El despertar de la señorita Prim (Natalia Sanmartín Fenollera, Planeta, 2013), pudo hacerse tras haber pasado un tiempo trabajando como bibliotecaria en un pueblo extraño para un señor aún más extraño: el Hombre del Sillón, con el que mantiene numerosas conversaciones que la introducen en el estilo de vida y los secretos de los habitantes de ese pequeño pueblo.
También son algunas de las reflexiones a las que cualquier persona puede llegar, entre los millones y millones pensamientos que pueden pasar por su cabeza leyendo un libro. Los libros nos hacen pensar, nos permiten llegar a conclusiones con las que no contábamos... La formación o el placer no son los únicos fines de la lectura: los libros nos abren los ojos del corazón y pueden enredar o desenredar todo lo que encuentran en él. Ojalá que, a través de la lectura, todo el mundo experimentara un despertar similar al de la señorita Prim en esta deliciosa novela.
Ángela Aguilera Otero.
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