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EL MILAGRO DEL EVANGELARIO

EL MILAGRO DEL EVANGELARIO

Esta historia que aquí regalo, sea escuchada por todo el orbe pues, fue de tal milagro el misterio que esconde, que no solo al rey nuestro señor tuvo en sorpresa noble, si no que al descreído conde, quien de Dios nada sabe, volvió a la fe de nuevo.

Estando en rezos los frailes, que de maitines se trataba, oyó de pronto uno de ellos, fray Martin de Torquemada, el sonido de un estruendo, que de sonar no cesaba.

Fue a avisar al prior, santo varón que el convento guarda, y este dejando el rezo, hacia el ruido se desplaza. 

En la sala entrando, nube de incienso le aguarda, el libro de los evangelios que tan encendido como llama, entre querubines descansa, y no solo incienso se palpaba, sino una obra de coros que al señor ensalzaba.

El fraile franciscano, erizado de sorpresa, se hizo enseguida presa de tal fascinante milagro. Pues fue el evangeliario, rodeado de plata y oro, exaltado sobre los brazos de ángeles tan elevados y santos.

Este hecho prodigioso demuestra a todo cristiano que los evangelios son divinos, por Dios inspirados y al hombre por su misericordia dados, que su lectura recomienda siendo el libro santo, de devoción y cuidado, desde ese día decorado de tal enjoyadas criaturas.

Vaya pues vuestra merced al ofertorio en su día, que escuchará el evangelio milagroso, y pida en pos de sus plegarias a Jesús hermoso, un responso para esta alma mía.

(*) Relato en rima inspirado en las clases teóricas de la asignatura. 

Francisco Javier Izquierdo Vega. 

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