LA NIÑA QUE SE ENAMORÓ DE LA LECTURA
Hace no mucho tiempo vivía una niña alejada del resto de la sociedad, en Suburbia. Su madre, quien no tenía estudios, pero sabía lo básico de leer y escribir, había enseñado a la pequeña para que estuviera preparada para cuando fuera al colegio. Sin embargo, no le servía de nada saber leer si no tenía nada con lo que practicar, lo único que tenía eran unas enciclopedias que se dedicaban a coger polvo en una estantería solitaria. La niña era demasiado pequeña como para leer aquello, además de que le llamaban poco la atención, pero es que en esa casa no había demasiado dinero y menos para gastarlo en libros.
Cerca de la casa en la que ella vivía había una cantera, en ella muchas personas tiraban objetos que no les servían, que no querían o que estaban rotos, de vez en cuando sus padres y ella iban andando hasta allí para ver si lo que a alguien ya no les servía a ellos sí. Un día, al llegar allí, se encontraron con lo que sería la sorpresa más agradable que una niña podría imaginar. Alguien había tirado montones y montones de cuentos, había tantos que era muy difícil contarlos. Sin pensarlo demasiado, la niña fue corriendo y empezó a cogerlos, eran los típicos cuentos infantiles: Caperucita roja, Los tres cerditos, El patito feo… En ese momento nació una devoradora de libros.
Sus padres cargaron una carretilla con tanto libros como podían, pues sabían que para ella era muy importante, así que cuando llegaron a casa la niña cogió todos los libros y los llevó a su habitación, los colocó y empezó a leer. Algunos los leía ella sola, otros, le pedía a su madre que se los leyera antes de dormir. De cualquier forma, al final la niña no podía estar un solo día sin leer, no podía irse a la cama sin leer, no podía vivir sin los libros.
Esa niña se hizo mayor, aunque sigue siendo igual de libre cuando se encuentra sumergida entre las páginas, sigue sin poder dormir si no lee antes de meterse en la cama, sigue devorando los libros como si se tratasen del oxígeno que necesita para respirar, pero mucho más importante que eso, se propuso enseñar su amor por los libros para que todo el mundo pudiera ser libre, para que todo el mundo pudiera aprender. Porque no hay nada más bonito que un libro que hace que durante un tiempo dejes de ser tú y puedas vivir otra vida aparte de la tuya, porque, al final, quien se enamora de la lectura, vive enamorado todas sus vidas.
Ian García Cuesta.
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