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LA LECTURA COMO AGENTE DE CAMBIO

LA LECTURA COMO AGENTE DE CAMBIO

Boris se hallaba tendido en la cama, sudoroso y agitado por una de esas pesadillas que le visitaban por las noches, cada vez con más frecuencia. Le perseguían desde hacía años a causa de un alma maltratada por un pesimismo que le había usurpado hasta el último ápice de ilusión. Esto le recordaba que era un pobre infeliz, descontento con su vida pese a haber cumplido con las expectativas que de él se esperaba. Había conseguido un trabajo y un hogar, además de permitirse comprar cualquier sandez que la publicidad le ofreciera. Pero con el paso de los años esto era insuficiente y sentía sobre los hombros una abrumadora soledad.

Tras mantenerse tendido mirando las musarañas durante un largo rato alcanzó un libro que resaltaba entre todo el desorden que reinaba en su habitación. Era un ejemplar de Farenheit 451 que había comenzado a leer hacía tiempo. Una vez sumergido en la lectura pensó lo terrible que sería erradicar la cultura literaria, sobre todo para sí mismo ya que era la única actividad que le hacía sentir verdaderamente libre. Boris era un aficionado lector de los que escaseaban en un mundo gobernado por la inmediatez y el entretenimiento de consumo. Esto le entristecía, pero no impedía que siguiera con sus lecturas, sin embargo, cada vez le resultaba más difícil encontrar buenos libros. Sus lecturas despertaban su imaginación y le invitaban a reflexionar, aunque estas reflexiones solo las compartía con su perro, Cerbero. No tenía muchos amigos y los que tenía no estaban dispuestos a escuchar sus constantes divagaciones, aunque quizás era él mismo quien no se atrevía a compartirlas.

Avanzada la mañana y absorto en su lectura empezó a experimentar una crisis existencial cuestionando su finalidad en el mundo y su felicidad entre otras muchas cuestiones. Llegó a la conclusión de que la soledad que vivía era un veneno que le consumía y la lectura era lo que le mantenía a flote. De este modo pensó que podía utilizar esa misma balsa, es decir la lectura, para ayudar a otros en su misma situación que desde luego serían muchos. Pero, ¿cómo?, ¿cómo podía vencer a la soledad y además ayudar a los pobres infelices como él? De repente le vino la idea perfecta, sencillamente debía de compartir sus libros con otras personas para que la imaginación de estas volase libre y les recordase que realmente son libres si sus mentes lo son.

Ello, además, tendría otras ventajas como que saldría de su asfixiante soledad, que era la causante de esas aterradoras pesadillas, e incluso le hizo pensar que podría provocar un cambio. Un cambio causado por el contacto entre las personas y un mayor flujo de ideas que convertiría a la gente en personas curiosas e inquietas, las mayores armas contra el cautiverio de nuestras almas. De esta forma, descubrió que su afición lectora podía convertirse en un poderoso agente de cambio que aparte de contribuir a su plenitud personal, podía también llenar el vacío cultural y reforzar las relaciones humanas que tanta falta hacían.

Lucas Joachim Drechsel.

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