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FOMENTAR LA LECTURA

FOMENTAR LA LECTURA

En la actualidad resulta habitual que la actividad lectora (de manera intencionada) sea una práctica inusual. Normalmente, para niños y niñas o para adolescentes y adultos la actividad lectora intencionada carece de práctica cotidiana. No obstante, somos lectores habituales ya que continuamente recibimos información escrita y nos comunicamos de esta manera convirtiéndonos en lectores habituales inconscientemente (no de manera intencional).

Un lector habitual es consciente de la aportación positiva que recibe a causa de esta práctica, el lector descubre, aprende, viaja, en resumen, se desarrolla. Un tiempo en el que el lector tiene la posibilidad de desplazarse sin moverse de su sitio y en el que comparte consigo mismo reflexiones e ideas. Los beneficios de leer son una realidad, sin duda la gran parte de los genios en toda la historia de la humanidad han practicado la lectura de manera habitual.

En los tiempos que corren, leer resulta una tarea aburrida para muchas personas. Una de las causas puede ser que no hayan encontrado la lectura correcta desde el punto de vista beneficioso de la actividad, otra puede ser la falta de estímulos que propicien esta actividad. Refiriéndonos a esta última, podemos comprender que es un tema general, la falta de estímulos se encuentran en la globalidad social, donde nunca contemplamos al gran lector como a un héroe o no asociamos a un genio su experiencia lectora como algo muy influyente en su éxito. Esto produce otro tipo de intereses alejados de la lectura. El deber de los conocedores del beneficio de la lectura es motivar y conservar esta actividad. Por ello, quisiera compartir algunos consejos que, como lectores, y algunos como maestros, podemos llevar a cabo para incentivar la práctica habitual de la lectura:

  • Se debe promover la lectura como buen hábito, sin ser obligatoria sino placentera.
  • Conversar naturalmente sobre libros y autores de manera más habitual.
  • Invitar a la lectura a nuestro círculo cercano favoreciéndonos del conocimiento que tenemos sobre ellos (gustos, aficiones, intereses actuales, etc.).
  • Mostrar la gran variedad de temáticas y ejemplares de los que disponemos.
  • Practicar la lectura en público con más asiduidad, más frecuentemente.
  • Sostener el intercambio de libros como un bien cultural.
  • Compartir nuestra experiencia lectora para favorecer el interés general.

 

David Ramos García

 

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