MIL GRACIAS A D. GERMÁN
En agradecimiento a don Germán Sánchez Ruipérez
El viernes 14 de febrero de 2014 tuve la suerte de visitar junto a mis compañeros de clase la exposición “La Villa de los Papiros”, que ofrece la fundación Germán Sánchez Ruipérez en la madrileña Casa del Lector.
Han sido muchas las sensaciones, todas ellas positivas, que he experimentado y que me hacen escribir estas palabras, que no tienen otra finalidad, que la de agradecer a quienes han hecho posible convertir la mañana de un viernes cualquiera en una mañana especial. Mi primer agradecimiento es para Verónica y Antonio, que han disfrutado junto a nosotros las magistrales palabras del director de la fundación, Antonio Basanta, con quien nos hemos trasladado a la ciudad de Herculano, al día 23 de agosto del año 79. Para él es mi segundo agradecimiento. No solo por la explicación que nos dio, sino por su entusiasmo y su dedicación al proyecto generoso que nos legó don Germán Sánchez Ruipérez.
Él, don Germán, es el destinatario de estas letras de agradecimiento. Extraordinario y singular personaje en el mundo de la cultura de nuestro país y que –muy al estilo de aquellos filantrópicos del siglo XIX- supo impulsar un proyecto dedicado a promover actividades culturales, educativas y formativas dirigidas a la promoción del libro, al fomento de la lectura y a la creación de hábitos lectores. Ha sido especialmente por personajes de su carisma y de su dedicación por lo que la cultura de los pueblos ha sido protegida y difundida, incluso al mismo nivel o más que los propios artistas. No cabe duda que mecenas como Germán Sánchez Ruipérez han sido y serán personas imprescindibles para conservar las grandes joyas del patrimonio de la Humanidad, y la lectura como símbolo y los libros como tesoros son evidentemente un enorme caudal que debemos proteger, y por ello se lo debemos agradecer.
En el año 2006, cuando inauguraba el Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas para el Medio Rural, en su pueblo natal, Peñaranda de Bracamonte, decía don Germán:
“Habrá un día en que ya no estaré entre vosotros. […] Pero me gustaría que siempre me sintieseis a vuestro lado. Reconociéndome allá donde exista un proyecto innovador, transformador y valiente. Allá donde brote el esfuerzo como camino, la ilusión como horizonte y el optimismo como bandera. Allá donde haya un grupo de mujeres y de hombres que quieran luchar con decisión por su futuro. Comprometidos con la consecución de un mundo mejor para sí mismos y sus semejantes. Convencidos de que sólo con altura de miras, rectitud moral y trabajo, la Vida alcanza su pleno y definitivo sentido. Junto a ellos, junto a vosotros, estaré yo siempre a través de la Fundación”.
Ese día, durante toda la visita, te sentimos a nuestro lado, nos contagiamos de tu entusiasmo. Por eso, como diría tu admirado Cervantes por boca de su inmortal Quijote, como más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo, ¡gracias, mil gracias, D. Germán!
Bartolomé González Jiménez.
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