EL RASTRO DE LOS LIBROS EN BORGES. 2 PASIONES 2
ÉL, que no podía verlos y tanto los amó.
Habla de ellos, constantemente, en sus poemas, en sus pequeños escritos, en sus narraciones. Siempre aparece el libro, los libros, y cuando no los nombra explícitamente entonces utiliza, desliza otros términos que los relacionan, que los envuelven, que los recuerda o que fueron sus antecesores. Es así que surgen en sus poemas otras palabras relacionadas directa o indirectamente con ellos, como Biblioteca, volúmenes, epitafios, inscripciones rúnicas, páginas, leer, lectura, versos, papiro o, secillamente, el deslizar de sus manos cóncavas por el canto...
ÉL, que no podía leer, ni disfrutar con sus ojos..., pero los quiso tanto.
Estos son extractos de algunos poemas de Borges en los que aparecen los libros o sus allegados. Algunos son especialmente largos y yo sólo quería mostrar un breve ejemplo de su pasión, que también es la mía, pero aparecen en decenas y decenas de sus trabajos. Seguir su rastro puede ser un juego interesante. Solamente el primer poema y el último escrito están completos.
MIS LIBROS
Mis libros que no saben que yo existo
son tan parte de mí como este rostro
de sienes grises y de grises ojos
que vanamente busco en los cristales
y que recorro con la mano cóncava.
No sin alguna lógica amargura
pienso que las palabras esenciales
que me expresan están en esas hojas
que no saben quién soy, no en las que he escrito.
Mejor así. Las voces de los muertos
me dirán para siempre.
AL RUISEÑOR
Un espíritu errante fue tu símbolo
en un libro de enigmas.
YO
Soy el que ve las proas desde el puerto;
soy los contados libros, los contados
grabados por el tiempo fatigados;
soy el que envidia a los que ya se han muerto.
ALL OUR YESTERDAYS
¿Es de aquel niño que buscó en la entera
biblioteca del padre de los puntales
curvaturas del mapa y las ferales
formas que son el tigre y la pantera?
A MANUEL MÚJICA LAINEZ
Isaac Luria declara que la eterna Escritura
tiene tantos sentidos como lectores. Cada
versión es verdadera y ha sido prefijada
por Quien es el lector, el libro y la lectura.
LA CLEPSIDRA
.... aquel instante
en que Virgilio da con el hexámetro,
el agua de la sed, el pan del hambre,
en el aire la delicada nieve,
el tacto del volumen que buscamos
en la desidia de los anaqueles...
ALEJANDRÍA, 641 a.C.
Desde el primer Adán, que vio la noche
y el día y la figura de su mano,
fabularon los hombres y fijaron
en piedra o en metal o en pergamino
cuanto ciñe la tierra o plasma el sueño.
Aquí está su labor: la Biblioteca.
Dicen que los volúmenes que abarca
dejan atrás la cifra de los astros
o la arena del desierto.
METÁFORA DE LAS MIL Y UNA NOCHES
Dicen los árabes que nadie puede
leer hasta el fin el Libro de las Noches.
La Noches son el Tiempo, el que no duerme.
Sigue leyendo mientras muere el día
y Shahrazad te contará tu historia.
EL ACTO DEL LIBRO
Entre los libros de la biblioteca había uno, escrito en lengua arábiga, que un soldado adquirió por unas monedas en el Alcaná de Toledo y que los orientalistas ignoran, salvo en la versión castellana. Ese libro era mágico y registraba de manera profética los hechos y palabras de un hombre desde la edad de cincuenta años hasta el día de su muerte, que ocurriría en 1614. Nadie dará con aquel libro, que pereció en la famosa conflagración que ordenaron un cura y un barbero, amigo personal del soldado, como se lee en el sexto capítulo. El hombre tuvo el libro en las manos y no lo leyó nunca, pero cumplió minuciosamente el destino que había soñado el árabe y seguirá cumpliéndolo siempre, porque su aventura ya es parte de la larga memoria de los pueblos. ¿Acaso es más extraña esta fantasía que la predestinación del Islam que postula un Dios, o que el libre albedrío, que nos da la terrible potestad de elegir el infierno?
M. Isabel García Conde
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