"Medea", de Eurípides
El pasado viernes día 9 de marzo de 2012, la profesora de la Universidad de Alcalá, Mª del Val Gago, fue a Miajadas (Cáceres), mi pueblo, a dar una conferencia sobre la Medea de Eurípides. Quería compartir con los lectores del blog un artículo de opinión sobre la misma.
La Casa de la Cultura de Miajadas se transformó por un instante en un centro de cultura clásica repleto de mitos y finales por descubrir. La doctora Mª del Val Gago consiguió con sus palabras y su voz tranquila trasladarnos a ese mundo fantástico que acunó nuestro pensamiento y que, sin duda, forma parte del suyo.
Nos habló de una Medea femenina, enigmática e inteligente, sabia en pociones y artimañas. Mujer apasionada e intensa que dejó de ser quien era para intensificarse como sombra de Jasón. Más allá de la barbaridad que pellizca el entendimiento, aquella que mueve a una madre a olvidar que lo es y concentrar su incierto abandono en manos del amor dolido. Más allá de no entender qué movió a esta mujer segura y firme a atropellarse en la carne de sus hijos para salvar su alma perdida, la profesora Gago supo hacernos ver que Medea, antes que nada, es una mujer que lucha contra la sociedad, las normas y los hombres que asfixian su pensamiento.
Nos presentó a un Jasón, héroe musculoso, valiente e imbatible. Curioso y responsable por encima de adversidades inimaginables. Hombre intrépido, con un único fin, marcado por su rey, usurpador de su trono: conseguir el vellocino de oro y entregárselo a su pueblo, el verdadero dueño de tan mágnífico regalo de los dioses. Navegante de mil mares, argonauta inquieto que supo llevar a los excepcionales integrantes de su tripulación más allá de los límites imaginables. Consiguió llegar a la Cólquide y derrotar a toros de fuego y serpientes de traición para conseguir su trofeo. Pero no estaba preparado para vencer a una mujer avezada en las artes de amar y embriagar el corazón y el entendimiento.
Nos llevó de su mano por Lemnos, nos convertimos en sirenas para raptar a Hilas, nos despedimos de Hércules mientras nos aseguraba que le rescataría. Pudimos admirar el vuelo de las arpías que dejaban hambriento al adivino ciego, Phineo. Vimos el paso de la argonave por las rocas azules, último paso para llegar ante Eetes, rey de La Cólquide. Y nos dejó, en medio de su relato, preguntas en el aire que nos llevaban a Medea. ¿Quién era Medea antes de Jasón? ¿Es Jasón quien la ilumina para que su figura empiece a brillar? ¿Debemos agradecer a Jasón que fuera el vehículo para que Medea, su historia y su fuerza, consiguieran su sitio?
Los personajes se van dando la mano unos a otros a medida que el mito avanza. Cada uno con más fuerza que el anterior, cada uno con una historia pendiente que contar a orillas de un lago, de unas alas o de unas rocas.
Mª Val Gago nos descubrió con sus palabras a un Eurípides más íntimo y femenino que nunca. Femenino en ese afán por entender cómo funciona el pensamiento de una mujer, cómo se inician esas chispas que hacen surgir el fuego que las mueve. E íntimo, porque intenta crear un bis a bis entre su visión y la de los que hemos conseguido escucharle a lo largo de los siglos. Sin duda, este diálogo interno con Eurípides se torna más claro a través de la mirada y las palabras de la profesora Gago, que nos presentó a una Medea apenas perceptible, al comienzo del relato, y que fue creciendo como personaje arrastrada por el amor hacia Jasón. Sin embargo, a medida que este sentimiento se vuelve desmedido y obsesivo, Medea pierde su valor más fuerte, la tenacidad, por una fuerza más oscura, la venganza. Oscuridad que la llevó, sin duda, a sacrificar a sus hijos para dejar a Jasón perdido y solo.
¿Puede alguna mujer entender esta manera de actuar para conseguir tal fin? ¿No será acaso que Eurípides olvida por un momento que Medea es mujer? ¿Tengo que compadecer a Medea por tanto sufrimiento o tengo que odiarla por lo que hizo? La próxima vez que la doctora Mª Val Gago venga por Miajadas tendré que preguntárselo, a lo mejor a ella sí se lo dijo Eurípides en alguna de sus conversaciones.
Juan Jesús Gutierro Carrasco y C.G.J.
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Elena FG -