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¿ES LA MÚSICA POESÍA O LA POESÍA ES MÚSICA?

¿ES LA MÚSICA POESÍA O LA POESÍA ES MÚSICA?

La música se ha considerado a lo largo de la historia algo distinto a la literatura, como otra arte, como otra forma de expresión. Sin embargo, ha estado siempre ligada, como esta, a la tradición y a la cultura, facilitando la comunicación y contribuyendo a la socialización del ser humano. Es bien sabido que un poema leído o recitado no es recordado igual que un poema cantado; el ritmo y la melodía juegan un papel crucial para la memoria. De esta forma, han sido muchos los poemas que han llegado a nuestros días gracias al acompañamiento de la música, o a su musicalización, sin la necesidad de que nuestros ancestros tuviesen las facultades de la lectura y/o de la escritura. De hecho, la palabra utilizada como símil de poesía lírica alude directamente al instrumento de la lira, bien conocido en la Antigüedad como aliado de los aedos y ampliamente usado en la Edad Media por juglares y poetas para acompañar a la recitación de los versos.

Tanto en la Grecia antigua como en el periodo medieval (y no solo) la música era indispensable para la danza, el teatro y la poesía. Así, cuando no se podía expresar con las palabras todo lo que se necesitaba, era la música lo que ayudaba a alcanzar ese objetivo. Esta es una honrosa función que ha mantenido hasta nuestros días, donde las notas son capaces de provocarnos y hacernos comprender sentimientos que las letras no pueden muchas veces trasladarnos o explicar.

Cabe pensar que, como muchos críticos literarios afirman que está ocurriendo con la literatura, no tengamos hoy obras musicales de la talla de Imagine de John Lennon, Nací en el Mediterráneo de Joan Manuel Serrat, La vie en Rose de Édith Piaf, etc., por no hablar de las creadas por los grandes compositores “clásicos”. Hoy en día las letras de las canciones no “se sujetan” por sí mismas. Y sí, es cierto esto en parte. Existen numerosas canciones con rimas fáciles, sin muchos artificios compositivos y que simplemente están destinadas a divertir a quien las escucha, rozando la ridiculez.

Es llamativo, sin embargo, que esta crítica relacionada con la falta de calidad o de profundidad se dirija fundamentalmente a la música contemporánea, hacia géneros como el pop o el reguetón. Hay, incluso, quienes se refieren a ellos como la “decadencia de la música”. Pero esta forma de componer no es en absoluto nueva, siempre ha existido. Por no irnos muy lejos en el tiempo, pensemos, por ejemplo, en el Dj Chimo Bayo y su exitoso Así me gustan a mí que tantas pasiones desató en la España de la década de los 80.

Contrariamente, nuestra generación presenta grandes letristas, como es el caso de Taylor Swift, una de las cantantes más aclamadas de las últimas dos décadas. En la obra de Swift encontramos álbumes ensalzados por los más entendidos debido a su complejidad lírica, como es el caso de su octavo disco, Folklore, donde apela al recuerdo de esas historias y de esas personas -sus fatídicos amores- que no quiere olvidar o que se olviden. Este disco, al que luego siguió Evermore, con la misma estética, muestra cómo los jóvenes actualmente no estamos tan alejados de la literatura como muchos se creen y vuelve a poner sobre la mesa el debate de si la composición musical debe ser concebida o no como una composición literaria o, dicho de otro modo, si escuchar una canción es o puede ser como leer un texto.

¿Leer un disco es leer poesía? Pues en muchos de los casos me atrevería a afirmar que sí lo es. Algo de verdad debe de haber en esta afirmación porque si no, es evidente que no tendríamos a Bod Dylan con un Premio Nobel de Literatura en la estantería de su casa. Pese a que la música siempre ha estado ligada a la poesía, hoy en día las tornas han cambiado, y nos encontramos justamente con el caso contrario, que la poesía está vinculada a la música o que poesía y música son (o pueden ser) una o la misma cosa. No toda la música que consumen los jóvenes es necesariamente mala, hay muchos, en los que me incluyo, a quienes nos gusta leer complejidades compositivas. Hoy en día, la música es una de las principales fuentes de transmisión cultural con la que contamos, como antiguamente pudieron serlo otras artes. Dejémonos llevar por el sentimiento y permitamos que cada persona decida qué género musical quiere escuchar, de la misma manera que lo que importa es leer y no lo que leemos. Al fin y al cabo, en la diversidad está la riqueza.

Diego Torrero Vadillo

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