UN CLÁSICO ATEMPORAL
La Casa de Bernarda Alba es una de mis obras teatrales favoritas. Es un drama escrito por Federico García Lorca (1898-1936) que representa las diferentes visiones de la mujer de la España profunda en el año 1936. En mi opinión, el tema principal de la obra se esgrime entre la represión que impone Bernarda, la madre, a sus hijas, tras imponer un luto de ocho años al morir su segundo marido, y la anhelada libertad, que se representa sobre todo en el personaje de Adela, la hija menor.
La obra desmenuza lo que va ocurriendo en la casa de los Alba y la trama gira en torno al conflicto entre las hermanas por Pepe, el Romano. Un militante que al principio se interesaba por Adela, a quien iba a ver por las noches, pero al enterarse de que Angustias, la hermana mayor, había heredado una fortuna, cambió su parecer y decidió casarse con la hermana mayor. Todo esto trajo consigo las peleas entre Angustias, Adela y Martirio, acusada también por Adela de estar enamorada de Pepe, el Romano. La obra acaba con el trágico suicidio de Adela, al pensar que su enamorado había muerto por un disparo. Bernarda en ese momento solo grita la palabra “Silencio”. En esta última escena se representa el carácter de la madre, autoritaria, clasista y sin ningún tipo de tacto ante la muerte de su hija.
Durante la obra podemos ver un montón de elementos simbólicos, típicos de la obra lorquiana, que a cada persona le puede transmitir significados diferentes. Por ejemplo, para mí el bastón de mando de la madre significa autoridad, el vestido verde que se pone Adela en una escena y que representa la esperanza, el caballo de Pepe el Romano representa la sexualidad, la luna relacionada con las noches en las que Pepe el Romano iba a ver a Adela hace referencia a los amantes y el color negro de la ropa representa el luto o la muerte.
Un clásico de nuestra literatura que nunca está de más conocer y releer.
Raquel Fernández Espinosa.
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