TRIBULACIONES DE UN CHINO EN CHINA
Estimado Sr. Verne:
Se dice que los tipos de lectura van por épocas a lo largo de la vida de un lector. Los gustos cambian según van pasando los años y ese detalle se puede apreciar en los libros que se encuentran en las bibliotecas de nuestros propios hogares.
Hace algunos días, buscando un libro de consulta me encontré con su maravillosa obra Las tribulaciones de un chino en China y me vinieron a la memoria todos los títulos nacidos de su pluma que he leído a lo largo de mi incansable vida de lectora.
El ejemplar que tengo en mis manos es de una edición de 1961 que hizo la Editorial Mateu de Barcelona, de la que no he encontrado referencias actuales y, tiene las hojas amarillentas, pero se mantiene muy bien encuadernado. Sí, ya sé que estará ahora mismo y, ante mis datos, echando cuentas sobre edades, pero también le tengo que decir que desde muy pequeña empecé a leer. Recuerdo, porque lo recuerdo muy bien, que mi primera sensación de que entendía algo, de que las letras que estaba juntando tenían un significado en mi mente, fue intentando leer un tebeo de hadas. De pronto ya no miraba solamente las imágenes, como era lo habitual, sino que estaba descubriendo que una roca de la playa, en donde estaba la princesa, era portadora de una inmensa cantidad de piedras preciosas.
Pero volvamos a nuestro tema. Las tribulaciones de un chino en China no parece ser hijo suyo. Lo que quiero decir, es que los lectores de sus obras estamos acostumbrados a que sean muy científicas y serias. Ésta es totalmente opuesta a todas las que he leído de usted, pues es divertidísima (no pretendo decir que las otras obras no lo sean) y sin olvidar su Ciencia, personaliza al protagonista con sus famosos toques del futuro (los lectores asisten a una graciosa explicación sobre la cobertura de una póliza de riesgo, tal y como se haría en este momento). Otro punto en que difiere mucho este relato del resto de su obra está en que hay un tema de amor entre sus protagonistas, Kin-Fo y la señorita Le-u. Unos guardaespaldas norteamericanos, Craig y Fry y un argumento con tanta aventura que el lector lo pasa genial hasta finalizar la lectura. ¡Y no aparece el capitán Nemo! Cosa curiosa porque es un personaje al que usted le somete a continuos, podríamos decir, cameos en muchas de sus obras.
Sr. Verne, aprovecho esta carta para agradecerle los buenos momentos que nos ha hecho pasar a todas las generaciones pasadas y presentes de sus lectores, que seguiremos disfrutando siempre al leerle de nuevo, porque es usted un escritor magnífico.
Reciba mis más cordiales saludos,
Elisa Nuez Patiño.
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