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Clubs de lectura. Leer, charlar y vincularse frente al productivismo.

Clubs de lectura. Leer, charlar y vincularse frente al productivismo.

Si pienso en un club de lectura pienso en mujeres que hablan alrededor de té o café sobre un libro que han elegido, que quizá les ha hecho pelearse para seleccionarlo, que les ha emocionado, aburrido, intrigado, enfadado o alegrado. Si pienso en un club de lectura pienso en lo cotidiano y lo atemporal que es hablar con tus amigas de aquello que te remueve y te renueva. Si pienso en un club de lectura pienso en luchar en medio de un productivismo salvaje por guardar espacios para leer, para charlar; para charlar de lo leído sin más pretensiones que eso: leer y charlar.

Esta visión de lo que es un club de lectura está, por supuesto, sesgada por mi tiempo y mi contexto. Si fuera un burgués del siglo dieciocho, o un obrero de comienzos del veinte posiblemente tendría imágenes muy distintas de qué o para qué es un club de lectura. Pero desde mi presente, mi género, mi edad y mi contexto, un club de lectura es la excusa perfecta para hacer de manera organizada lo que más nos gusta hacer de manera espontánea: hablar sobre aquello que nos importa (y, casi siempre, aquello que nos importa puede ser encontrado en un libro).

Las alumnas de Historia de la Lectura de este curso así lo pensaban cuando pidieron montar el Club de Lectura en el que hace unos meses nos embarcamos, y gracias a ellas, a su compromiso por crear espacios propios, bonitos y fructíferos en la universidad, es que nos encontramos a las puertas de la segunda sesión del Club de Lectura, que tendrá lugar mañana, día 21 de abril, en el aula 10 del Colegio de Málaga.

En la sesión anterior (que tuvo lugar el 30 de marzo y fue dirigida por el profesor Antonio Castillo) pudimos detenernos a observar Fahrenheit 451 desde nuestros ojos de chicas de en torno a 20 años. Hablamos sobre la diferencia de ritmos con respecto a la distopía que estamos acostumbradas a consumir, sobre la presencia de las redes sociales en nuestras vidas, sobre lo aterrador que es vivir dejando de lado los vínculos y los detalles y, sobre todo, hablamos de los libros como cemento para las relaciones, como herramienta para luchar contra el olvido y el egoísmo. Hablamos de libros, vínculos y personas que son (aunque no sabría especificar en qué orden) mis tres cosas favoritas.

Mañana volvemos a ponernos manos a la obra comentando 84, Charing Cross Road de Helene Hanff y podremos, o al menos así lo espero, seguir pensando y ensayando sobre qué tienen los libros que conectan de tal forma a las personas.

Eva Granados Sanz

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