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CARTA A ELÍSABET BENAVENT

CARTA A ELÍSABET BENAVENT

Madrid, 20 de febrero de 2019.

Elísabet:

Me llamo Claudia. No me conoces, y yo a ti tampoco. Sin embargo, siento que conozco a ocho Elísabet. Conozco a una Elísabet por cada protagonista que has creado. Si me permites, y a riesgo de parecer pesada, me gustaría contarte una cosa.

Hace algunos años pasé por un período de cambio en mi vida. Me sentí un poco como Maggie cuando tuvo que mudarse a una pequeña isla para cambiar de aires y reencontrarse a sí misma. Cuando todo eso pasó, Valeria fue mi referente, siempre luchando por salir adelante y realizar los proyectos que tenía entre manos, aunque tuviera momentos en los que se planteaba si merecían la pena. Conocí a Martina y me identifiqué con ella desde la primera página del libro. Me veía reflejada con cada altibajo de su relación, me sentí identificada con su manera de disfrutar de las cosas que la apasionan, pero sobre todo me vi reflejada en cada frase, en cada sentimiento, porque Martina es eso, sentimiento, al igual que Sofía. Ay Sofía… qué momentos más buenos me has regalado. Qué bonito fue conocerte, porque me abriste los ojos a un mundo de magia hasta entonces desconocido para mí.

Uno de mis libros favoritos tiene una frase que me ayuda mucho a explicar todo lo que estoy diciendo: “si te llevas un libro a un viaje... Sucede algo muy extraño: el libro empezará a atesorar tus recuerdos. Más tarde, te bastará con abrirlo para trasladarte al lugar donde lo leíste por vez primera”. Los libros son una de mis pasiones, y con los tuyos tengo esta sensación de regreso.

Con esta carta, no solo quiero reflejar mi gratitud y mi admiración por ti. Con esta carta quiero decirte que eres magia. Quiero decirte que me parece muy importante reconocer las cosas especiales, y tus libros lo son. Cuando tenía 13 años, escribí una mini novela. Iba sobre unas hadas que vivían en un mundo de fantasía y corrían toda clase de aventuras. Desde ese día, siento que todas mis fantasías, todas las historias de mi cabeza tienen que ser contadas, pero nunca me paré a escribirlas. Nunca, hasta que leí tus libros, y descubrí que la escritura es una forma preciosa de comunicarse que los libros son puertas a otros mundos, a otras mentes. Por ello, cada día intento escribir un poco, aunque sean un par de líneas. Es posible que nunca llegue a encontrar mi cara en los libros de La Casa del Libro, o de Fnac. Es posible que nunca llegue a publicar nada, y que mis historias sigan siendo mías, y de toda la gente que esté dispuesta a gastar un poco de su tiempo en leerme. Pero, lo que es seguro es que, si miro atrás, veo a una niña de 13 años soñando con hadas, con trolls y con príncipes azules que salvaban a la princesa, y estoy segura de que esa niña de 13 años estaría orgullosa de ver que, siete años después, no le he puerto barreras a mi imaginación.

Hace unos días, dijiste que vivíamos en un mundo de tecnología y es cierto, por eso, supongo que, si lees esta carta, te parecerá raro que te llegue un sobre, con sello y al buzón. Esta carta surge a raíz un taller de una asignatura de la Universidad, pero yo no la siento como tal. Siento que esta carta no es un taller, es una oportunidad. Una oportunidad a mí misma, porque me la merezco. Una oportunidad a la literatura juvenil, infantil, romántica o de terror. Una oportunidad a todas las personas, hombres y mujeres que quieren escribir, que quieren contar sus historias y que quieren compartirlas con la gente.

No quiero terminar esta carta sin darte las gracias por abrirme los ojos y sin decirte que eres inspiración.

“Los libros amaban a todo aquel que los abría, dispensaban recogimiento y amistad sin exigir nada a cambio, nunca se marchaban, nunca, aunque los tratasen mal”

Sigue desprendiendo magia, como Sofía.

                        Con muchísimo cariño, Claudia.

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